martes, 18 de octubre de 2011

La semilla del Paraíso

  Cerrado el juicio. Dictada la sentencia. El caballero de la armadura de diamante y ojos de luna había sido condenado a quemarse en las llamas de la hoguera. La inquisición había hablado. Esa era la voluntad del Señor ante el más grande pecador.

  Comenzaba la sesión, y la corte se preparaba para juzgar al guerrero más valiente y más fuerte del feudo, Henry, hijo de un noble de la localidad de Westminster.

-Ante vosotros, estimados hermanos, obispos y sacerdotes, se encuentra el mismo Satanás - decía el inquisidor Giuliano-. He de advertiros. Este hombre ha cometido el mayor de los pecados.

  ¿Qué podría ser?, se preguntaban asombrados los asistentes a la corte. El marqués Charles III escuchaba con particular indignación cómo la figura de la máxima lealtad se desmoronaba frente a sus verdes ojos.

-Henry, hijo de Richard, hijo de Ferdinand- continuaba el inquisidor- ¿Es cierto que has descendido a los infiernos y hablado con eal demonio?

-Es cierto. Y no solo le he  hablado. Él me otorgó lo que vuestro insensato dios no me ha podido dar.

-¡Blasfemo! ¡Engendro de Lucifer! - gritaban los sacerdotes.

-Pues sí, he conseguido lo que vosotros no podéis entender, la sabiduría, el conocimiento, eso que tanto nos esconden. Y viajé al cielo y el mismo Dios está decepcionado... No el dios de vosotros, sino el Dios que habéis traicionado.

  Cerrado el juicio. Dictada la sentencia. Henry, hijo de Richard, hijo de Ferdinand, murió incinerado ante los ojos perplejos de una inquisición llena de dudas. 

Dante daba un paseo por el purgatorio.

El vampiro y el puma

  Otro día en el trabajo. Otra razón para ponerme a buscar un empleo serio.

  ¡Coño! pero es que uno lleva 10 años haciendo la misma cosa, vistiéndose de vampiro. Y les juro que no me he matado porque... ¿Por qué no me he matado? Es que, cónchale, por lo menos si fuera Disneylandia, que seguro a ese desgraciado que se disfraza de Mickey Mouse le dan real parejo.

   El otro día llega un muchachito, "criaturita de Dios", seguramente el mismo Lucifer, y me pregunta "¿Usted es 'el puma'?" ¡CRISTO! Y me pongo a discutir con el pequeño "ángel".

- No, niño, soy un vampiro. - le dije con calma. Cuestión de paciencia.

- Pero, se parece mucho al puma. Cante la del "Pavo Real".

  Que cantara Pavo Real, que cantara Pavo Real. Esa fue la gota que derramó el vaso... ¿o al vaso? Nunca sé cómo se dice.

- ¿Y entonces? - preguntó el condenado.

  Yo con la intriga de cómo demonios este "carajito", si se me permite la expresión, horario supervisado, lenguaje tipo X, sabía quién era el desgraciado de José Luis Rodríguez, pero no le pregunté... Me arrepiento aún de eso. Entonces, le digo:

- ¡Soy un vampiro! ¡No el puma! ¡Mira los colmillos!

- Aun así, su disfraz no resulta del todo convincente... le hace falta algo de sangre.

-No me permitirían utilizar sangre, es un parque para niños.

-Pudo haber utilizado un syrup dulce de fresa. Sin el líquido vital, su disfraz es tan solo una patética y trágica pantomima de un vampiro, resultando en mi conclusión de que usted sea el Puma.

 ¡Maldita sea! El niño era un cochino poeta... Y de paso, crítico.

- No puedo, sufro de diabetes. - respondí indignado.

-Ah, bueno... Hasta luego, señor Puma.
 
  ¡El coño de la madre! Sinceramente, ¿Por qué no me suicido? Que se pudran todos los empleos...  Y José Luis Rodríguez también.

Nota del autor: Larga vida a José Luis Rodríguez.