lunes, 19 de marzo de 2012

El tiempo y tu rostro — Una disertación desordenada con respecto a la belleza y el acontecer.

   ... Y ahí estás tú, sentada, viendo los árboles soltar sus hojas y llenando el pasto de eso que los niños pisan con tanto gusto solo para escuchar el crujido de la hojarasca, semejante al de los huesos cuando vuelven a su posición predilecta en la organización común del organismo de gran parte de los vertebrados. Pisando retazos de la muerte de una etapa del árbol, como la piel que soltamos y vemos flotar cada mañana en ese rayo de sol que entra oblicuamente a la habitación y del que nos queremos ocultar para permanecer en la comodidad de nuestros lechos que nos acariciaron toda la noche, así hayamos soñado solos o acompañados.

   Hasta los árboles notan como el tiempo pasa y deja cosas atrás. Ellos mismos son los primeros en darse cuenta de los hechos y se encargan de avisar a los demás.

—Otro verano que se fue.
—Así es, otro otoño que llega a desnudar nuestras ramas, que bañará con el blanco de la luna, helado y convertido en esa masa que acaba por ser implacable.
—Supongo que te refieres a la nieve, Cedro.
—No, hablaba de el blanco de la luna, helado y convert...
—Sí, la nieve — dijo Roble interrumpiendo.

  Pero, lo que más me encanta del cambio es esa imprecisión en las predicciones que ocurre por las mismas modificaciones que aún no hemos podido, y tardaremos en explicar del transcurso del tiempo.


 La noche hace que todo se esconda de nuestra capacidad visual en la penumbra, pero cada vez que la luna llena baña el cielo con su luz, sé que su lado oscuro está en el medio de tus ojos, en el centro de ese círculo de chocolate que resulta un magnífico postre para la visión. Son tus ojos de cacao los que hacen que en realidad no me pueda concentrar, los que hacen que me pierda en la pintura del cosmos que retrata tu rostro. Si no fuera por la luna creciente que aparece entre tus labios cuando sonríes, viviría atrapado con Pink Floyd en el “Dark Side of the Moon”. Qué dilema genera tu cara. Una belleza que me hace cuestionar cuál es el punto más llamativo de la estética astronómica de las metáforas artísticas de la naturaleza de tu existencia… Un dilema que me hace cuestionar si lo anterior en realidad tuvo sentido, pero creo que no me importa.

lunes, 12 de marzo de 2012

Un Ida y Vuelta, por favor - El relato de los hechos del #MaratónDeLajú

   La mañana aún era joven cuando la clase de Historia de la Comunicación había terminado. Debía irme pronto a buscar la firma y el sello en el sagrado documento si quería conseguir ese cambio de materia. Es terrible ver clases los viernes en la noche, sobre todo si ya tienes algo que hacer TODOS los viernes en la noche.

   Por el momento discutir con mis compañeros y hacer gracia de los nuevos (disculpen los nuevos... pero solo si leen esto) parecía más agradable que salir corriendo al metro a las nueve de la mañana. Fue Armando quien me dijo que debía apresurarme si quería lograr mi cometido. Hubiese preferido tener un compañero de viaje en mi maratón, pero hay veces que se deben hacer las cosas solo.

   Salí disparado a zona rental, en busca de mi objetivo; para ello debía continuar en la línea 4 - línea 2 hasta llegar a Artigas, la estación donde giran Los Molinos, donde el patrón de la paz cuida las puertas de El Paraíso.

—Un Ida y Vuelta, por favor.

Cruzando el puente 9 de diciembre, encontraría el cruce hacia esa calle interminable que lleva al Colegio San Agustín.

   Al llegar a la institución, no fui alejado por mi cabello, como creí que sucedería; no sé si han cambiado las cosas por allá o es que soy bienvenido nuevamente en las tierras que me educaron, pero sin duda el paso a través del portón hizo que pudiese conseguir la firma y el sello sin ningún problema. (Gracias, Mariella Montenegro).

   Luego de obtener lo que estaba buscando tenía que volver a la Universidad. Eran las 10:40 A.M.. Debía llegar allá antes de que el Sol se alzará sobre la cumbre del cielo.

   Solo queda una hora y el metro de zona rental no llega. Gotas de sudor bajan por el dorso de mi rostro. Un señor se queja de los trenes sin nombre de su destino y yo sólo pienso en ese momento en que me encuentre frente a coordinación académica con los papeles en mano y la aceptación de mi cambio el miércoles.

   Aún no llega el metro y el hombre enojado escupe a las vías del tren con insistencia, como si eso causara alguna especie de fuerza que atrae a los vagones.

   Todavía no ha arribado y todos ven hacia el túnel esperando que se alumbre con la luz que lleva a los hombres a sus destinos. Como quisiera que fuese a la velocidad de la luz.

   Llegó el tren... Estoy viendo una de esas patéticas publicidades de los vagones; como si estas fueran a curar la terquedad y la pseudo viveza del ciudadano caraqueño. El tren abre sus puertas y se escucha la voz ininteligible del caballero que conduce el tren... supongo que es él, no como en esos trenes nuevos donde habla esa señora de aeropuerto que le quita la naturalidad y el desgano a los viajes en la línea 1.

    Ya voy por teatros... El sujeto que tenía puesta "My Immortal" en salsa ya se bajó; benditos sean el universo y el azar. En pocos minutos estaré en zona rental... No puedo esperar, aún me hace falta sacar copia a los documentos y la burocracia respectiva. No puedo creer que esté escribiendo todo esto... Ha de ser la tensión.

   Llegué a zona rental y se me ocurrió una gran idea; poner música para acompañar mi momento de prisa, tengo suerte de que mi teléfono tenga canciones de un Soundtrack; se adecua a todas las situaciones.

   Eran ya las 11:20 A.M., tardé menos de lo que imaginé. Será cuestión de esperar al consejo para que con su decisión, aprueben mi situación... Qué bien, ya parece una canción.

viernes, 2 de marzo de 2012

De frutas, creencias y gravedad


    En el cielo ocurren una cantidad de cosas tan absurdas...

—¡Isaac! ¿Qué te trae por acá?
—No se va a creer lo que me pasó.
—Ya estoy enterado, pero sabes que me gusta escuchar las versiones de las historias narradas por otras personas. Sobre todo cuando lo hacen los políticos. Siempre les gusta agregar cosas raras, jajaja. —reía —. Por eso es que Pedro no los deja pasar por esa puerta, a Mefistófeles seguro le divertirá más tener a esos mentirosos en su presencia.
—Pero ellos también son parte de la creación, ¿no?
—Bueno, yo no me encargo de las decisiones de mi creación. De vez en cuando hago unos milagritos, alguna cosa, una manzanita por ahí.
—Sí, entiendo de eso, Señor.
—Bueno, Newton, cuéntame lo que pasó.
—Vale, pero permíteme cambiar el formato de escritura del texto…

    Ajá, así mismo. Ahora soy el narrador.

—Creo que lo llaman narratario.

     Soy el narrador, Señor.

—Está bien, continúa.

      Estaba paseándome por Venezuela, con mayor exactitud por Barquisimeto en el estado Lara. Se preguntará por qué andaba yo, Isaac Newton paseando por Venezuela y por qué por Barquisimeto.

—No, de hecho yo sé por qué.

      Señor, no se aproveche de su omnisciencia.

—Tampoco es que lo sé todo. Hay cosas que no puedo ver.

    ¿Como qué?

—Bueno… el… Chuck Norris, por ejemplo.

    Tiene razón, Señor. La presencia de ese sujeto en la Tierra es el único factor que logra mantener cierta paz entre las naciones. Ese sí es un arma nuclear.

—Sigue contando, Isaac. No me hables de ese tipo. No lo soporto.

   El caso es que estaba por allá y me encontré con un guaro… Bueno, lógico que me encuentre con un guaro. Estaba en Lara, por lo menos uno hay.

—…. — parpadeó repetidas veces sin emitir un solo sonido ni hacer gesto alguno.

   Sí, sigo contando. Él estaba sentado bajo la sombra de un árbol leyendo un libro de uno de esos teóricos de ahora, de esos que se empeñan en teorías raras porque no te conocen.

—Bueno, pero dejad que ellos vengan a mí, pa’ que sean serios.

    ¿Y esa expresión, Señor?

—Algo que se me contagió de los venezolanos. Y el que dices es Stephen Hawking.

  ¿Stephen Hawking? ¿No es Stephen King?

—No, ese no. Ese es un agradable escritor.

   Ajá, el hombre estaba leyendo un libro de ese caballero bajo una de las plantas que fueron creadas por usted, el árbol de mango.

—De hecho, la mata de mango es una creación diabólica.

   ¿Ah sí?

—Sí, fíjate que el mango es una de las frutas que tiene la semilla más grande.

   Entonces el mamón y el durazno también son diabólicos.

—Sobre todo el mamón.

   Señor, ese diablo es un pervertido.

—¡Ja! Y eso que no has oído de lo que pasó con Judas el mes pasado.

   ¿Qué pasó?

—No, te cuento cuando termines.

    Claro… Me aclaro la garganta… uhhdhskfjhkjhfd…. Disculpe, produzco mucha mucosa.

—Sí, ya sé, Isaac.

    Cayó uno de los frutos diabólicos… ahora que lo sé voy a apr…

—¡NO DES TANTAS VUELTAS, ISAAC! ¡TERMINA DE CONTAR!

    Y le pegó en la cabeza y fue cuando el guaro dijo:

     “Verga, como a Newton.”

   Su cabeza sufrió una fuerte contusión y terminó rendido en el llano. Había sufrido lo que yo llamo una herida de… Gravedad.

—Como Cuentacuentos te mueres de hambre, Isaac.

   Agradezco que ya no necesite comer, Señor.

—La verdad no fue como cuentas, Newton.

  ¿Ah no?

—Espera. Te quito ese rango de narratario. No me gusta.
—Disculpe, Señor.
—Deja de llamarme Señor, llámame por mi nombre.
—Está bien, Evaristo.
—No no, jeje… El segundo nombre.
—¿Eustoquio?
—¡José, animal!
—¿José Animal?
—Isaac, harás que desate mi ira sobre el pueblo de Palestina.
—¿Palestina?
—Ah, perdona. Es la costumbre del Antiguo Testamento. Ya yo no soy tan malo, antes era un poco volátil.
—Sí, leí de eso.
—Deberías leer mi versión. Cuando llegue Stephen King haré que la reescriba él.
—¿Stephen King vendrá al cielo?
—Oh, por supuesto. No puedo dejar que se lo lleve el diablo. Ya tiene a Caldera y a Michael Jackson.
—¿Caldera?
—Creí que preguntarías por Michael Jackson.
—Claro, supongo que algún error en recepción, pero ¿Caldera?
—¡ISAAC! Harás que te hiera de… gravedad.

  Ambos rieron y siguieron burlándose de los filósofos de la actualidad.

  En realidad, donde ocurren las cosas absurdas es en la Tierra. Dios y Newton son como tú y yo… tú omnisciente y yo muerto.  Aunque mejor nos quedamos con Descartes. A dudar se ha dicho, porque “la duda es la base del conocimiento”, no lo duden… no, no, dúdenlo.