viernes, 2 de marzo de 2012

De frutas, creencias y gravedad


    En el cielo ocurren una cantidad de cosas tan absurdas...

—¡Isaac! ¿Qué te trae por acá?
—No se va a creer lo que me pasó.
—Ya estoy enterado, pero sabes que me gusta escuchar las versiones de las historias narradas por otras personas. Sobre todo cuando lo hacen los políticos. Siempre les gusta agregar cosas raras, jajaja. —reía —. Por eso es que Pedro no los deja pasar por esa puerta, a Mefistófeles seguro le divertirá más tener a esos mentirosos en su presencia.
—Pero ellos también son parte de la creación, ¿no?
—Bueno, yo no me encargo de las decisiones de mi creación. De vez en cuando hago unos milagritos, alguna cosa, una manzanita por ahí.
—Sí, entiendo de eso, Señor.
—Bueno, Newton, cuéntame lo que pasó.
—Vale, pero permíteme cambiar el formato de escritura del texto…

    Ajá, así mismo. Ahora soy el narrador.

—Creo que lo llaman narratario.

     Soy el narrador, Señor.

—Está bien, continúa.

      Estaba paseándome por Venezuela, con mayor exactitud por Barquisimeto en el estado Lara. Se preguntará por qué andaba yo, Isaac Newton paseando por Venezuela y por qué por Barquisimeto.

—No, de hecho yo sé por qué.

      Señor, no se aproveche de su omnisciencia.

—Tampoco es que lo sé todo. Hay cosas que no puedo ver.

    ¿Como qué?

—Bueno… el… Chuck Norris, por ejemplo.

    Tiene razón, Señor. La presencia de ese sujeto en la Tierra es el único factor que logra mantener cierta paz entre las naciones. Ese sí es un arma nuclear.

—Sigue contando, Isaac. No me hables de ese tipo. No lo soporto.

   El caso es que estaba por allá y me encontré con un guaro… Bueno, lógico que me encuentre con un guaro. Estaba en Lara, por lo menos uno hay.

—…. — parpadeó repetidas veces sin emitir un solo sonido ni hacer gesto alguno.

   Sí, sigo contando. Él estaba sentado bajo la sombra de un árbol leyendo un libro de uno de esos teóricos de ahora, de esos que se empeñan en teorías raras porque no te conocen.

—Bueno, pero dejad que ellos vengan a mí, pa’ que sean serios.

    ¿Y esa expresión, Señor?

—Algo que se me contagió de los venezolanos. Y el que dices es Stephen Hawking.

  ¿Stephen Hawking? ¿No es Stephen King?

—No, ese no. Ese es un agradable escritor.

   Ajá, el hombre estaba leyendo un libro de ese caballero bajo una de las plantas que fueron creadas por usted, el árbol de mango.

—De hecho, la mata de mango es una creación diabólica.

   ¿Ah sí?

—Sí, fíjate que el mango es una de las frutas que tiene la semilla más grande.

   Entonces el mamón y el durazno también son diabólicos.

—Sobre todo el mamón.

   Señor, ese diablo es un pervertido.

—¡Ja! Y eso que no has oído de lo que pasó con Judas el mes pasado.

   ¿Qué pasó?

—No, te cuento cuando termines.

    Claro… Me aclaro la garganta… uhhdhskfjhkjhfd…. Disculpe, produzco mucha mucosa.

—Sí, ya sé, Isaac.

    Cayó uno de los frutos diabólicos… ahora que lo sé voy a apr…

—¡NO DES TANTAS VUELTAS, ISAAC! ¡TERMINA DE CONTAR!

    Y le pegó en la cabeza y fue cuando el guaro dijo:

     “Verga, como a Newton.”

   Su cabeza sufrió una fuerte contusión y terminó rendido en el llano. Había sufrido lo que yo llamo una herida de… Gravedad.

—Como Cuentacuentos te mueres de hambre, Isaac.

   Agradezco que ya no necesite comer, Señor.

—La verdad no fue como cuentas, Newton.

  ¿Ah no?

—Espera. Te quito ese rango de narratario. No me gusta.
—Disculpe, Señor.
—Deja de llamarme Señor, llámame por mi nombre.
—Está bien, Evaristo.
—No no, jeje… El segundo nombre.
—¿Eustoquio?
—¡José, animal!
—¿José Animal?
—Isaac, harás que desate mi ira sobre el pueblo de Palestina.
—¿Palestina?
—Ah, perdona. Es la costumbre del Antiguo Testamento. Ya yo no soy tan malo, antes era un poco volátil.
—Sí, leí de eso.
—Deberías leer mi versión. Cuando llegue Stephen King haré que la reescriba él.
—¿Stephen King vendrá al cielo?
—Oh, por supuesto. No puedo dejar que se lo lleve el diablo. Ya tiene a Caldera y a Michael Jackson.
—¿Caldera?
—Creí que preguntarías por Michael Jackson.
—Claro, supongo que algún error en recepción, pero ¿Caldera?
—¡ISAAC! Harás que te hiera de… gravedad.

  Ambos rieron y siguieron burlándose de los filósofos de la actualidad.

  En realidad, donde ocurren las cosas absurdas es en la Tierra. Dios y Newton son como tú y yo… tú omnisciente y yo muerto.  Aunque mejor nos quedamos con Descartes. A dudar se ha dicho, porque “la duda es la base del conocimiento”, no lo duden… no, no, dúdenlo. 

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