miércoles, 15 de enero de 2014

El Lobo y la Luna

Definitivamente es la luna. Cuando se vuelve oscura, aunque el lobo aúlle durante las noches en que se camufla con la penumbra, así se queda.

De pronto, deja ver un destello sereno y majestuoso de su plateado rostro y poco a poco el lobo la puede volver a ver a sus preciosos ojos, pero tan solo por un par de noches, en las que el mismo plenilunio le ahoga entre esas mareas que se vuelven iracundas con las lágrimas mudas e invisibles del lobo, y sus lágrimas en forma de hojas.

Su cara se desvanece del cielo y vuelve a ese mimetismo con la oscuridad; el lobo aúlla en búsqueda de ese rostro argénteo, pero otra vez deberá esperar a que ella salga vestida de luz y rogar porque las aguas no se encarguen de ahogarle de nuevo.

Y para qué sufrir tanto, se pregunta el lobo, si para él, que está atado a la tierra, no hay manera de surcar los cielos e inclinarse frente a su inmensidad, siquiera para secar sus lágrimas... pues, para nada, pero su instinto le hace seguir aullando.

Cuatro letras tiene Lobo,
cuatro letras tiene Amor,
cuatro letras tiene Luna,
cuatro letras tiene Nada
y cuatro letras no son. 

1 comentario:

  1. Vamos loboo! Tu puedes! La luna puede parecer confusa y distante, pero solo hay que saber como llegar a ella

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