lunes, 6 de agosto de 2012

No-Noelia

Camino por el parque y siento la urgencia de mirar al radiante sol, pero es tan ardiente y magnífico que mis ojos humanos no son capaces de admirarle por más que unos escasos segundos. La luna me consuela cuando el sol se cansa de hacer su cotidiana parábola sobre el cielo, pero nada me causa sonreír más que la luz del astro. Me gustaría poder verle cuanto se me antoje y poder entenderle a través de una simple observación, sin tener que usar ninguna especie de lente, ninguna fotografía... solo verle y sentir que me ve también.

El canto de las aves es tan particular, tan distinto, tan indiferente de los fundamentos de la música, que me hace creer que no existe algo a lo que se le pueda llamar "fundamento de la música", así como quizás tampoco los haya para el arte, cuya definición es tan ambigua que se vuelve tediosa para los que andamos por las sendas de este parque. Me encantaría poder oírlas cantar siempre, y que cuando la tristeza cause un lamentable silencio en sus melodías, pueda hacerles reír de nuevo para que el hermoso sonido de su voz haga que no pueda borrar esta inevitable sonrisa de mi rostro.

Esta sonrisa que me genera una señorita que por ahora parece inalcanzable como el sol, cuya voz se escucha distante como el canto de las aves desde mi cuarto, pero que no me deja de hacer sonreír en cada momento que la pienso. Una desconocida que me encanta... aunque solo sé que no se llama Noelia.

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