No me creerían si les digo que no he besado nunca a nadie, que soy más virgen que el aceite de oliva, que nunca me he atrevido a decirle directamente a alguien que me gusta. No me creerían que soy un hombre con el corazón de una quinceañera. Un hombre que vive el amor, sueña con el amor, le escribe al amor, pero le tiene un miedo que no puede describir.
Es miedo al fracaso, miedo al "no"... ¿o es miedo al éxito? ¿miedo al "sí"? Leí una vez en un cartel en el consultorio de un excelente médico que admiro (entre tantas cosas, por su filosofía holística) que decía: "¿Qué es más dañino?: ¿El éxito, o el fracaso?". Y es esa preguntica la que no logro responder. ¿A qué le tengo miedo?
No me atrevo a acercarme a decirle "hola". Ni el primer paso... La vaina tiene que ser asistida. Todos los pasos que doy en este asunto son pa'trás o "de cangrejo"... pero es que ¿qué pensará de mí?
Si leyese esto, lo más probable sería que piense que soy un huevón. Ya el mundo me ha dicho "huevón"... y le doy la razón no sabiendo cómo responderle.
Hablo de una joven que me gusta, pero que no conozco... Una Noelia que no se llama Noelia, pues.
Solo me he enamorado dos veces: una de ellas se fue muy lejos y ahora menos le diré algo... y la otra:
Solo me he enamorado dos veces: una de ellas se fue muy lejos y ahora menos le diré algo... y la otra:
Tengo ganas de pararme frente a ella y decirle de una vez que me gusta, que me encanta su cabello, que me encantan sus ojos, que casi todo lo que he escrito, lo he escrito por ella, pero no puedo, y no es solo por mi indecisión, hay otra cosa, pero no les cuento.
No me creerían que soy un hombre con el corazón de una quinceañera... y de paso, no cualquier quinceañera... ¡una quinceañera pajua! ¡Y no llega el tiempo de vals!
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