miércoles, 31 de julio de 2013

As if...

Everything has a dark side as everything has a bright side... I feel as if I had a really big bright side, but there's something about my dark side that worries me beyond belief.

It may be small, but it's much stronger than me... Just as if it absorbed all the color of my life; I can no longer tell who the hell I am, nor what do I want.

I feel useless, as if I had no purpose on this universe... As if I was meant just to be a romantic idiot who writes about his whole existential misery, and how he isn't even able to love himself.

As if I admired every little piece of the universe, but myself, and were really sad, because I noticed that there's a little bit of me inside of everyone; just as if I was me, and you all were part of the same me I am too.

As if I couldn't breathe without feeling guilt.

As if there were not enough "as ifs" to make all the similes that, for an instant, this feeling deserves... Just like that.

Una ventana

Lamento decir que no me cuesta admitir que me alegra estar lejos de quienes me hacen feliz con utopías, porque al final son solo alegrías vacías.

Para los cobardes, el amor llega hasta el último punto del texto, pero no es más que eso: un texto.

El amor es más fuerte que yo.
El temor es más fuerte que yo.
El silencio es más fuerte que yo.
Todos son más fuertes que yo.

¿Cómo se supone que tenga la fuerza para levantarme y decirte algo, si ni siquiera tengo la fuerza para levantarme?

Me cuesta creer que no soy un dolor en los pies, una piedra en los zapatos, un mosquito que da vueltas y vueltas por los oídos, un idiota que juega a ser un ángel de la guarda, una "h" en las palabras, un pendejo que hace pendejadas.

Soy otro idiota que sigue buscando su lugar en la vida. Dicen que después de la larga tempestad viene la calma... El problema es que creo que, para mí, ni siquiera ha llegado la tempestad, y la calma se muestra como una tormenta de silencio y amargura.

Me cuesta creer que ese yo no soy yo, pero, ¿quién soy yo para saber quién soy yo si no sé ni qué estoy diciendo?

domingo, 14 de julio de 2013

La Sombra de Nikolai

No sabía cómo demonios se tenía que sentir al respecto. Sabía que el silencio podía ser un grito ensordecedor, pero no imaginó que este sería tan prolongado.

Nikolai dijo un par de palabras y todo se nubló, la noche se volvió más negra y el cuarto menguante pareció pasar de un salto a ser luna nueva. El lado oscuro de la luna no se podía distinguir del resto del cielo. Era la absoluta sombra, un mundo tenebroso y sin estrellas. Parecía como si Nikolai hubiese ordenado a todos los astros que desaparecieran del universo con esas pocas palabras ácidas que desintegraron el poco selenio que quedaba en el espacio.

Nikolai tiene esa costumbre de sonreír, pase lo que pase; de hacerse el idiota ante sus problemas; de vivir hoy sin creer en su propio mañana; de pensar que "la ilusión es la primera causa de la desilusión", pero ser totalmente incapaz de negarse a sus sueños... Nikolai tiene esa costumbre de herir sin querer, cuando busca querer sin herir. Nikolai es un idiota que está consciente de su idiotez, pero no hace nada... Qué idiota.

Allí, en esas tinieblas, un solo rayo de luz se postraba ante los pies de Nikolai, y en esa alfombra brillante se proyectaba su sombra. Observándola con mucha atención veía cómo su color se tornaba rojo poco a poco, como si se desangrara lentamente.


Le pareció preocupante y miró su piel para revisar si se trataba de alguna especie de irritación extraña que estuviese ocasionando su modificación cromática. No tenía sentido. Su piel no estaba hecha de celofán, pero así se sentía y así lo mostraba la luz en su sombra. En ese momento, un cuchillo pudo haberle siquiera rozado y y hubiese sentido como ese mismo rojo que adornaba la proyección de su piel se le escapaba de cada una de sus venas, de cada una de sus arterías, por cada uno de sus poros...

Sus ojos se volvieron dos rubíes y vio una forma en la sombra... Una forma que no era la suya, sino la de un asesino que cargaba un puñal. Atravesó su pecho y derramó todo ese rojo que le surgía del corazón.

—¡Nikolai!— escuchó gritar a una voz que le resultaba muy dulce.

Una vez más Nikolai se había perdido entre los frondosos versos de su mente y los extensos e inciertos pasillos de los castillos que dibuja en el aire, producto de sus innumerables daydreams... 

... Con aquel sonido que decía su nombre, de una manera tan preciosa que acaramelaba sus pensamientos, sonrió estúpidamente, pero lamentablemente no sin preguntarse si esa voz era la misma voz de su sombra.