martes, 31 de mayo de 2011

Francamente...

   El frío de la habitación escalaba las piernas bronceadas de Carolina, subía por su regazo y erizaba la piel de su cuerpo desnudo que con sus manos tapaba.

  -Pero, va a entrar alguien y nos verá. - susurró.
  -Carolina ¿Por qué ocultas con tus manos lo que Dios moldeó con las suyas? - le pregunté sin prestarle atención.

  No podía negar la atracción irresistible hacia el cuerpo voluptuoso, pero tan sutil de la hermosa morena Carolina, sus ojos de chocolate, su cabello como una cascada de ébano y sus pechos, como dicen los románticos para no parecer grotescos, pechos maternales, pero maternales MATERNALES... Basta, me estoy desviando del tet... ¡Tema! Del tema.

  Mi pregunta logró el efecto deseado, Carolina apartó su lindas manos temblorosas de su cuerpo y justo en el momento en que logré admirar la absoluta belleza de sus partes se oyó un "Más duro" del salón de clases de al lado... Sí, nosotros también estábamos en un aula.

  - ¿Qué fue eso? - dijo Carolina tomando sus ropas y tapándose nuevamente.
  -¡Coño! - grité furioso y decepcionado.

  Alguien pretendía quitarnos el protagonismo de esta historia erótica que tomaba un rumbo hacia una comedia que a mí realmente no me causaba gracia.

  Carolina, ya vestida (Coño), fue a ver qué sucedía en el salón contiguo.

  -¡Fede, mira esta vaina! - exclamó en voz baja.

  Al asomarme por un agujero en la puerta observé una imagen bastante grotesca, quizá artística para Botero y creo que con eso resumo gran parte del trauma de la ocasión, pero eso no era realmente lo que nos preocupaba a Carolina y a mí, allá adentro estaba el decano, y la mujer "robusta" que se encontraba con él era la mamá de Franco, un compañero.

  -¿Han visto a mi mamá? - preguntó Franco sorprendiéndonos con su llegada.

  Carolina y yo nos vimos diciendo con las miradas "¡Veeerga!". Como dicen, "lo reventamos".

  -Ehmm... Está en una reunión importante con el decano. - respondí tratando de parecer calmado.
  - ¡Aaaah! ¡Más! ¡Más! - se escuchó inoportunamente.

  Franco molesto abrió la puerta del salón y encontró lo que ya describí. Después de eso, solo recuerdo al decano diciendo "Franco, tu mamá sí grita".

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