jueves, 2 de febrero de 2012

Omisión por amnesia también es pecado por omisión

   Él entró tarde en el restaurante chino...¿o era indio? No, ya me acordé. Entró tarde en el restaurante italiano... creo.

  Él acostumbraba a ir al restaurante con su jefe... hasta que cambiaron de administración en la oficina... y lo botaron... porque se robó un... un... un vaso... no, se robó una silla. Lo botaron por ladrón.

-Ernesto, estás despedido por abusador. Te robaste un - dijo el nuevo jefe- ... un algo.

   ¡Coye!, pero qué fue lo que se robó.

  Bueno, estaba Ernesto en el restaurante y se le ocurrió abrir el menú... bueno, uno acostumbra a abrir el menú en un restaurante, aunque se lo sepa de memoria... que por cierto, me está fallando y no puedo recordar qué diablos fue lo que se robó. El caso es que minutos después pidió al camarero:

- Camarero, quiero un Pinot Noir y un Filet Mignon. 



  Ya me acordé. Era un restaurante francés.

   Ernesto estaba animado. Ya parecía haber olvidado que lo despidieron. Me acuerdo que olía a foil gras, una esencia que evocaba en Ernesto y en mí el día de nuestra primera cita... ¿o la segunda? Nos alegraba mucho, pero Ernesto tenía una preocupación de la que no me quería contar, lo podía sentir.

- ¿Qué pasó, mi amor? - le pregunté con delicadeza.

-Nada. Pásame la salsa.

   Qué seco este hombre, vale. Nunca me gustó eso de mi Ernesto... y digo "gustó" porque ese día Ernesto hizo "kaput", se fue, minuto de silencio, c'est fini. 

   ¡Ya me acordé de lo que se robó Ernesto! El veneno que el jefe iba a usar en su suegra. El veneno que confundió con la salsa del Filet Mignon. El veneno que yo puse en la mesa. El ve... ¡VERGA!, yo maté a Ernesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario