"El cuerpo del delito y el cuerpo del delincuente en este caso son la misma cosa", se escucha decir a Marcos Mundstock en el preámbulo de la obra de Les Luthiers "La Vida es Hermosa".
Ocurrió un suicidio, "un asesinato a 'sui' mismo" en un cuarto de espejos, una joven de procedencia desconocida se encontraba allí, sabrá Dios haciendo qué. En un arranque de locura, la muchacha cogió impulso y ¡Jue! en su fuerte arremetida, tras un grito, se mató. ¡Así mismito! Falleció, se fue, murió, se acabó, no más muchachita.
La gente parece aún no comprender que "nuestros problemas son solo bobadas, siempre hay personas más desgraciadas. La vida las atrapa como en una red y están peor que nosotros... Por ejemplo, usted"
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