viernes, 6 de diciembre de 2013

Очи чёрные (Ochi Chernye)

Cierta vez un hombre se encontró con una criatura excesivamente inusual que creaba, con sus diminutos ojos negros, preciosas estelas en el aire. El hombre, extrañado, se acercó a mirar los minúsculos ónices que se veían en el rostro de la criatura y sintió cómo su cuerpo era absorbido por la enorme penumbra que había en su mirada.

Estuvo cayendo en el oscuro abismo de sus ojos por lo que pareció una eternidad, pero justo cuando creía que no terminaría de descender, se encontró con que en el fondo estaban sus propios ojos; los del hombre que miraba a la criatura excesivamente inusual.

En ese momento, Nietzsche se le acercó y le dijo: "¿Ya ves que lo que escribo no son pendejadas?"… y era cierto…

La criatura, de pronto, adoptó una forma muy distinta y el hombre se dio cuenta de que ésta era una mujer. La señorita se colocó unos lentes que hacían ver sus ojos del tamaño de dos grandes rocas de mármol negro. Parpadeó, apenas por un segundo, y ya la dama había desaparecido, pero los dibujos que había hecho en aire aún estaban ahí.

jueves, 31 de octubre de 2013

Sobre la muerte del romance

     Pensé, sinceramente, que no existía manera de que aún me sintiese hechizado al verte. Creí que con tan solo decirme a mí mismo que eras inalcanzable bastaría para callar el grito de mis ojos; pero parece que una chispa de esperanza se confunde entre tus nocturnos cabellos, como la luna que me hace amarla y odiarla al mismo tiempo.

     ¿Qué tan ingenuo hay que ser para creer en uno mismo?

    Luego de pasear por rincones del universo para verme en el espejo, llegué creyendo que era un espíritu libre. Volando, me choqué con tu mirada, y tan solo eso bastó para que notara lo difícil que es olvidar el romance; la idea más férrea de la irracionalidad. Las maravillas infinitas de la incertidumbre encerradas en las posibilidades que son imposibles, ya que el romance muere con la palabra.

     Una vez el amor es declarado, el romance deja de ser, pasa a no-ser, y todas las posibilidades que existían se rinden ante una sola que no necesariamente es la realización del romance. Mientras menos sepa de ti, más grande será el romance, porque hay más probabilidades de que seas eso que no sé que eres. Así funciona el romance, y se juega en solitario. Tú eres la reina de corazones, y yo soy la carta que da las instrucciones del juego; esa que quitas antes de comenzar a jugar.

martes, 6 de agosto de 2013

When the fated day arrives

When the fated day arrives,
I'll know who will be my love,
My brave heart shall have no strife,
And the wind will bless my words.

When the fated day arrives, 
I know that both earth and sky,
Will have an answer for us,
We'll know for sure what is love.

When the fated day arrives,
All the silence in the world,
Will bow with all of its might,
To the greatest of the words.

When the fated day arrives,
The sun will go make rainbows,
With the rain from your teardrops,
For I shall not let you cry,
If I can't bring back your smile.

When the fated day arrives,
And I hope it comes real soon,
I'll kiss you a hundred times,
While you fly me to the moon.

When the fated day arrives,
Be it day or be it night,
My words will fall from the sky,
Like the lightning from your eyes...

You might ask now 'how do I know that you have lightning in your eyes, if I don't even know who you are?'. And I'll tell you that I wouldn't have fallen in love with the thunder without looking at the lightning.

I can see all I want to see, when I look into your eyes, and that's just about enough for making me fall in love with all the phenomena of nature, that you hold in the blackness of your pupils... So, I might have an idea of who you are, or, at least, of what you have.

miércoles, 31 de julio de 2013

As if...

Everything has a dark side as everything has a bright side... I feel as if I had a really big bright side, but there's something about my dark side that worries me beyond belief.

It may be small, but it's much stronger than me... Just as if it absorbed all the color of my life; I can no longer tell who the hell I am, nor what do I want.

I feel useless, as if I had no purpose on this universe... As if I was meant just to be a romantic idiot who writes about his whole existential misery, and how he isn't even able to love himself.

As if I admired every little piece of the universe, but myself, and were really sad, because I noticed that there's a little bit of me inside of everyone; just as if I was me, and you all were part of the same me I am too.

As if I couldn't breathe without feeling guilt.

As if there were not enough "as ifs" to make all the similes that, for an instant, this feeling deserves... Just like that.

Una ventana

Lamento decir que no me cuesta admitir que me alegra estar lejos de quienes me hacen feliz con utopías, porque al final son solo alegrías vacías.

Para los cobardes, el amor llega hasta el último punto del texto, pero no es más que eso: un texto.

El amor es más fuerte que yo.
El temor es más fuerte que yo.
El silencio es más fuerte que yo.
Todos son más fuertes que yo.

¿Cómo se supone que tenga la fuerza para levantarme y decirte algo, si ni siquiera tengo la fuerza para levantarme?

Me cuesta creer que no soy un dolor en los pies, una piedra en los zapatos, un mosquito que da vueltas y vueltas por los oídos, un idiota que juega a ser un ángel de la guarda, una "h" en las palabras, un pendejo que hace pendejadas.

Soy otro idiota que sigue buscando su lugar en la vida. Dicen que después de la larga tempestad viene la calma... El problema es que creo que, para mí, ni siquiera ha llegado la tempestad, y la calma se muestra como una tormenta de silencio y amargura.

Me cuesta creer que ese yo no soy yo, pero, ¿quién soy yo para saber quién soy yo si no sé ni qué estoy diciendo?

domingo, 14 de julio de 2013

La Sombra de Nikolai

No sabía cómo demonios se tenía que sentir al respecto. Sabía que el silencio podía ser un grito ensordecedor, pero no imaginó que este sería tan prolongado.

Nikolai dijo un par de palabras y todo se nubló, la noche se volvió más negra y el cuarto menguante pareció pasar de un salto a ser luna nueva. El lado oscuro de la luna no se podía distinguir del resto del cielo. Era la absoluta sombra, un mundo tenebroso y sin estrellas. Parecía como si Nikolai hubiese ordenado a todos los astros que desaparecieran del universo con esas pocas palabras ácidas que desintegraron el poco selenio que quedaba en el espacio.

Nikolai tiene esa costumbre de sonreír, pase lo que pase; de hacerse el idiota ante sus problemas; de vivir hoy sin creer en su propio mañana; de pensar que "la ilusión es la primera causa de la desilusión", pero ser totalmente incapaz de negarse a sus sueños... Nikolai tiene esa costumbre de herir sin querer, cuando busca querer sin herir. Nikolai es un idiota que está consciente de su idiotez, pero no hace nada... Qué idiota.

Allí, en esas tinieblas, un solo rayo de luz se postraba ante los pies de Nikolai, y en esa alfombra brillante se proyectaba su sombra. Observándola con mucha atención veía cómo su color se tornaba rojo poco a poco, como si se desangrara lentamente.


Le pareció preocupante y miró su piel para revisar si se trataba de alguna especie de irritación extraña que estuviese ocasionando su modificación cromática. No tenía sentido. Su piel no estaba hecha de celofán, pero así se sentía y así lo mostraba la luz en su sombra. En ese momento, un cuchillo pudo haberle siquiera rozado y y hubiese sentido como ese mismo rojo que adornaba la proyección de su piel se le escapaba de cada una de sus venas, de cada una de sus arterías, por cada uno de sus poros...

Sus ojos se volvieron dos rubíes y vio una forma en la sombra... Una forma que no era la suya, sino la de un asesino que cargaba un puñal. Atravesó su pecho y derramó todo ese rojo que le surgía del corazón.

—¡Nikolai!— escuchó gritar a una voz que le resultaba muy dulce.

Una vez más Nikolai se había perdido entre los frondosos versos de su mente y los extensos e inciertos pasillos de los castillos que dibuja en el aire, producto de sus innumerables daydreams... 

... Con aquel sonido que decía su nombre, de una manera tan preciosa que acaramelaba sus pensamientos, sonrió estúpidamente, pero lamentablemente no sin preguntarse si esa voz era la misma voz de su sombra.

sábado, 29 de junio de 2013

Anónimas

Jamás me enamoraría de una mujer sin nombre. Para mí el nombre guarda parte importante de ese sutil encanto que convive con la belleza que distingue a una persona de otra. Puede que dos mujeres tengan el mismo nombre, pero sus voces marcan diferencias en la pronunciación de cada una de las letras que conforman ese nombre.

El nombre, poéticamente lo callo por un asunto que se riñe entre la cobardía, una supuesta auto-preservación y la poesía misma. Decir un nombre es exponer una imagen (además de la mía) a la opinión pública. Decir un nombre es delatar al silencio, que exige su derecho a permanecer callado, porque sabe que todo lo que diga puede ser utilizado en su contra. Decir un nombre es distanciar a mi lectora de esa ilusión de que las palabras podrían ser para ella... Más que porque las haya escrito yo, por motivos de apreciación a lo expresado, sin necesidad de saber quién rayos habla en esos versos.

He aquí la importancia del anonimato para el bien del romance. Ciertamente, ¡qué viva la incertidumbre!

Son anónimas todas aquellas cuyos nombres el silencio repite suspirando. Sus nombres solo los sabemos ese silencio, algunos amigos del silencio y yo. Hay distintas anónimas en mis escritos. (Creo que) tan solo una sabe que en uno(s) de estos hablo de ella, pero de resto son anónimas preciosas que  (creo que) no conocen mi verdad... o que apenas me conocen.

domingo, 16 de junio de 2013

La belleza

      Los ojos son dos piedras preciosas que irradian una belleza que muchos intentamos describir con poesía, pero creo que sinceramente lo que buscamos describir no son un par de ojos, sino una sola mirada. 

      La verdadera marca de la belleza es la mirada. El poder representado en la inmensidad del negro de las pupilas, en el profundo blanco de los ojos del ciego que guarda en su invidencia una ardiente llama del color de la luna. La mirada tiene algo que no tienen unos ojos por sí solos; la esencia, que es la muestra absoluta de la hermosura.

    Por una mirada, me arrodillaría ante la suave piel de sus manos, sobre las cuales posaría mis labios, como las alas de una mariposa, para besarlas en señal de admiración. Una mirada que despierta mi naturaleza servicial, que a algunos les gusta llamar caballerosidad, pero que yo prefiero reconocer como principio ético.

    La belleza es aquella que puedo observar en el Sol; que también está en esos ojos que no tienen un color definido, solo tienen la intensidad con la que arde magníficamente la dulce luz del rey de los astros.

    La belleza es aquella que abraza alegremente y saluda con un sutil beso en la mejilla como si amor fuera y de amor viviera.

    La belleza es aquella que toma un brazo inocentemente y se sonríe con la vida misma porque es esa preciosa permanencia de la infancia en la palabra y en el corazón.

    La belleza eres tú que no sé quién eres, pero que cuando lo sepa, te amaré hasta morir, sabiendo que no moriré por amor.

   ... Y me sigo perdiendo en tu mirada, que es la más bella que he visto, aunque aún no sé cuál es.

Existencia

      No me importa que me maltrates, porque sé que al menos me tratas; reconoces mi existencia y, así, no me siento invisible.

      Siento que vivo fugazmente en ese sutil insulto que me da nombre, en esas palabras hirientes que me definen y en ese golpe que me da piel, músculos y huesos.

      Me siento, aunque sea, como el óxido en el hierro, como la sal para el naufrago, como la inoportuna lluvia que cae sobre los que no tienen techo, y no como la falta de techo... Por lo menos, no me siento invisible porque miras a mis ojos incapaces de llorar y a mi sonrisa que nace naturalmente de una alegría que no tiene razón, pero que es excesivamente verosímil.


      No me importa que me maltrates, porque sé que al menos me tratas; reconoces mi existencia y, así, no me siento invisible frente a ti; el espejo.

domingo, 9 de junio de 2013

Estrellas

  
    Las estrellas son quizás las figuras más hermosas que se pueden hallar en el cielo de la noche. En las zonas pobladas se les ve en pequeñas cantidades por culpa de los prejuicios que ensucian el aire. En el campo se les ve por montones, porque el mismo cielo se entrega ante el infinito de la naturaleza.

     Las estrellas son quizás las figuras más hermosas que se pueden hallar en el cielo de la noche... y no es por otra razón que por su brillo. Las estrellas deben brillar y se valen de una sonrisa para permanecer iluminando la penumbra.

      Las estrellas son quizás las figuras más hermosas que se pueden hallar en el cielo de la noche. Me basta con verlas brillar para saber que hay vida en el universo, para sentir que hay esperanza para los que se encuentran desamparados bajo la tempestad, para saber que no hay que temerle al silencio y sobre todo, para saber que existen la belleza y el amor.

     Las estrellas son quizás las figuras más hermosas que se pueden hallar en el cielo de la noche... pero todavía me pregunto por qué no puedo mirar al Sol.

viernes, 7 de junio de 2013

Arrepentimiento

"¿Te has enamorado de verdad alguna vez?" se pregunta cada vez que siente que se está enamorando de alguien nuevo. Nikolai no sabe qué es ese demonio al que conoce como "amor".

"La bendición y la maldición de la humanidad", "Saber y amar son las razones de todo nuestro dolor", "Ser libres es la principal causa de nuestra esclavitud" y tantas cosas se pueden ver escritas en pequeñas notas que escribe Nikolai a pie de página en sus cuadernos de apuntes, en los que realmente prefiere dibujar.

Nikolai sueña con el día en que sepa que está absolutamente, perdidamente, irremediablemente enamorado de verdad, y además sea correspondido... o con el día en que aprenda a no amar a nadie. Ambos casos le parecen aún utópicos; partes de la quimera que se aloja en su contradictorio espíritu.

"Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa"... Nikolai siempre termina arrepintiéndose de (creer) haber sentido amor... pero es que... enamorarse es tan fácil para él, que si su razón de existencia fuera esa, viviría arrodillado y besándole la mano a su propia voluntad.

"Amar es más fácil que ser amado"... Lástima que a veces parece que hace falta ser amado para amar. Nikolai se arrepiente una vez más, y contiene sus lágrimas porque no sabe llorar cuando quiere... Se calla la boca y arruga otro poema escrito con su sangre para lanzarlo a la papelera donde, aparentemente, merece estar... pero le duele no poder negar que sigue enamorándose y se arrepiente una vez más.

jueves, 25 de abril de 2013

Carne de jinete

El caballo recorrió los dos primeros kilómetros que hay de la frontera al pueblo. Una de sus herraduras se desprendió, producto de una zanja en la que el animal, por suerte, no perdió su pata.

Sobre su lomo no se encontraba un jinete convencional. Llevaba un cadáver que, lamentablemente, le era excesivamente familiar.


Cuando llegó al pueblo las pocas personas que permanecían despiertas a esa hora, se acercaron al animal, que parecía estar llorando, más que por su herida, por la pérdida de su amigo.

Al parecer está muerto comentó un médico al ver el cuerpo frío que reposaba sobre el equino. 
Lástima; parece que era muy joven.

Tomaron al muerto y lo llevaron a un lugar donde estaría bien; la carnicería.

El caballo trajo a otro, hermano.
¡Qué maravilla! Este parece que se venderá bien.

Al día siguiente, una señora vio al cadáver y decidió comprar su hígado para su almuerzo.

... Y así fue como el ganso, amigo del caballo, se volvió foie gras... O bueno, solo su hígado.

martes, 23 de abril de 2013

Asesinos

      Se escuchó en el zaguán de la casa, un extraño sonido. Elena, espantada, se levantó de la mecedora y vio hacia la ventana de la cabaña en que se estaba hospedando Nikolai, desde donde parecía provenir el ruido.

      Nikolai era un ruso de un metro setenta y seis, de ojos marrones y con una felicidad que parecía sospechosa... La verdad es que no parecía un ruso en absoluto.

      No era secreto para nadie que a Nikolai le encantaba escribir sobre las mujeres que le enamoraban, pero definitivamente su vida amorosa era un misterio.

      Los extranjeros rara vez pasan desapercibidos, en primer lugar por su aspecto físico, sin embargo, Nikolai resaltaba por por su manera de hablar y su gran ocurrencia. Nikolai era, sin duda, un tipo popular.

¿Sabes como cuando crees que todo el mundo te conoce, pero la verdad es que nadie tiene idea de quién eres? le decía Nikolai a la señorita que le acompañaba en su extraño soliloquio Pues, así me siento. Creo que los únicos que me conocen son quienes me leen, y no tienen idea de qué rayos estoy diciendo.
Eso significaría que quienes te conocen... ¿no te conocen?
Contradictorio, quizás, pero así me parece que es.

      La mujer rió por la contradicción y le dio un abrazo. A Nikolai le gustaban los abrazos, pero, en ese momento, le dolían.

      Sentía que no quería ser humano, que quería ser una especie animal que fuese incapaz de amar. Una criatura que solo se preocupara por sobrevivir y no de las habituales preocupaciones, que él consideraba, mundanas del hombre.

      Se hizo el silencio y en ese momento un gigantesco alarido se escuchó en el zaguán de la casa. Elena, espantada, se levantó de la mecedora y vio hacia la ventana de la cabaña en que se estaba hospedando Nikolai, desde donde parecía provenir el ruido.

      Elena no hablaba nunca con Nikolai. La verdad es que le tenía miedo. Elena creía que era un demente. Ella era muy organizada y pensaba que Nikolai era la representación del caos en la Tierra por su manera de decir las cosas, por sus hábitos y por la forma en que llevaba su vida, aparentemente desinteresada.

      Estos prejuicios junto al espantoso sonido que parecía provenir de la cabaña del ruso hicieron que Elena pensara que se trataba de un crimen. Elena, sin embargo, luego de una extensa discusión de dos minutos consigo misma, se dijo que debía investigar a fondo lo sucedido. 

       Resolvió acercarse a la ventana de Nikolai, pero para su sorpresa tan solo estaba él sentado en su sofá escribiendo en un pedazo de papel.

      "Parece que me he equivocado", pensó la curiosa señorita, sin apartarse de la ventana. 

      Nikolai alzó la mirada y se percató de la presencia de alguien detrás del vidrio. Por un momento, temió por su vida, creía que se trataba de algún ladrón o un asesino que aprovechaba la oscuridad para robarle sus pertenencias. 

¡Acá no hay nada! gritó el joven ruso.

      Elena, que estaba igual de confundida, creyó que el hombre estaba intentando esconder su crimen.

¡Yo sé lo que hizo! le dijo con la voz temblorosa.
¿Qué hice?
No se haga el idiota. Usted la mató.

     Nikolai se acercó con agresividad a la ventana, aunque aún no podía ver el rostro de Elena bañada en la penumbra.

¿Usted qué sabe? le dijo ¿Acaso escuchó algún grito?
Sí, la he escuchado gritar.
¿La?
Sí, a la mujer que le acompañaba.
Pero, si la señorita que estaba conmigo se ha ido hace rato.
¿"Se ha ido" es una especie de eufemismo?preguntó inquisitivamente.
Mire, no sé quién es usted, pero yo no he matado a nadie le decía Nikolai. Yo solo estaba acá escribiendo sobre la única cosa que he matado.
Ah, entonces sí mató a algo.
Sí, a la palabra.
¿A la palabra?
No sería capaz de explicarle.

      No se lo quería decir para no preocuparla. Nikolai pensaba que sus problemas son suyos y que compartirlos es cargar a los demás.

      Hizo silencio y dejó morir a la palabra que gritaba por salir de su boca; permitió que se ahogara en su garganta y se volviera dióxido de carbono expulsado por el habitual proceso de respiración.

      En ese mismo momento, Elena escuchó una vez más el sonido.

¿Qué fue ese ruido? preguntó más confundida que antes.
¿Cuál ruido?
¿Quiere decir que no escuchó nada?
No he escuchado nada.
Era el mismo sonido de hace un rato, pero supongo que debo estar imaginándome cosas. 

      Por un instante, Elena pensó que se trataba de su paranoia manifestándose. 

Bueno, que tenga buena noche, señor Nikolai.
Espere; no me ha dicho su nombre.
¿Puede ver mi rostro?
No. Lamento que solo escucho su voz.
Entonces, no le diré mi nombre. Ya he pasado suficiente pena. Buenas noches.
Si usted lo dice, jaja.

      Elena no entendió qué rayos fue lo que escuchó. No podía describir un sonido que no era audible, no podía describir el sonido del silencio.

      El silencio es un grito y somos pocos los capaces de escuchar el dolor que le pertenece a este alarido ensordecedor. Es increíble el ruido que hace la palabra que aclama, por lo menos, ser escupida o vomitada. Nikolai era un asesino. Mató a la palabra y siguió sonriendo para aparentar su victoria. Nikolai era un maldito asesino.

lunes, 8 de abril de 2013

Hospitalidad

Un hotel es por excelencia el lugar de hospedaje para empresarios, turistas, amantes y artistas de cualquier índole... Sobre todo los músicos que andan de gira, si es que no tienen uno de esos autobuses que son la verdadera esencia del rock n' roll en transición.

Pero, para este personaje en cuestión el mejor lugar para hospedarse es un hospital: "Por algo los llaman así, ¿no?". 

Caminaba un día como cualquier otro este señor que no vivía en la capital. Un caballero de quizás treinta años que buscaba un poco de prosperidad en la capital; la típica historia del típico hombre del campo que va a la ciudad... pero no podríamos decir que es típico quererse hospedar en un hospital... La verdad era un sujeto bastante atípico; un hombre que no conocía el significado de la convencionalidad

Si les soy sincero, creo que los hospitales son lugares espantosos que no me gustaría visitar jamás. Cada vez que me enfermo, no pienso en las medicinas y el trabajo que se acumula... Pienso en el hospital, que se alza frente a mí como un enorme monstruo con dedos de jeringa y su saliva es anestesia que utiliza para morderme haciéndome creer que no me duele. De cualquier modo, no vine a hablar de cómo me siento con respecto a los hospitales, vine a hablarles de este hombre que cree que el hospital es el mejor lugar para pasar la noche...

Justo en el centro de la ciudad se encontraba el más lujoso hospital de la ciudad; con tecnología de punta, doctores importados y nacionales, masajistas expertos en acupuntura y una piscina donde utilizaban métodos alternativos de recuperación derivados de las más maravillosas prácticas orientales de sanación divina. Era el Hilton de los hospitales... o por lo menos, esto creía nuestro protagonista.

Tan pronto vio la fachada del enorme edificio se acercó a la entrada con todas las intenciones de hospedarse.

 
Ya en el lobby del hospital, el hombre se acercó a la recepcionista y le dijo:

—Buenas, quisiera reservar una habitación.
—¿Cómo dice? —preguntó la recepcionista que se encontraba distraída... o, más bien, confundida.
—Quisiera reservar una habitación de este maravilloso hospital.
—Disculpe, señor, pero tiene que estar enfermo para acceder a alguna de nuestras habitaciones.

Indignado por el rechazo de la señorita, el hombre recurrió a una estrategia diferente:

—Yo estoy enfermo, señorita —decía—. Tengo una grave condición que me obliga a recibir atención médica incondicional.
—Eso no es enfermedad. Es mentira.
—No es mentira, ¿por qué razón le mentiría?
—Para acceder a una de nuestras lujosas habitaciones —le respondía la recepcionista—. No crea que es el primero que lo intenta. Muchos tratan, pero todos fracasan.
—¿Insinúa que mis intenciones son poco originales?
—No, la verdad creo que está demente.
—Técnicamente, está diagnosticándome un trastorno mental. Eso entra en la categoría de enfermedad, ¿no?

La recepcionista llamó a uno de los doctores más importantes del recinto para que se encargase de nuestro protagonista. El doctor llegó haciendo la pregunta que quizás ustedes también se están haciendo:

—¿Para qué me llama a mí si yo no soy de seguridad?
—Este hombre quiere hospedarse en el hospital y le dije que primero necesita estar enfermo —contestó la recepcionista.
—¿Qué? ¿Hospedarse aquí? ¿Está usted demente?
—Precisamente —respondió el caballero—. Considero que deberían dejarme hospedarme por ese mismo motivo.

Luego de demostrar obvias pruebas de que estaba loco, nuestro protagonista logró hospedarse en el hospital más lujoso de la ciudad.... y no paga un solo centavo, porque sus gastos los cubre el seguro. Qué maravilloso es ser un enfermo caprichoso arropado bajo el sistema socialista.

lunes, 7 de enero de 2013

Dragón de Komodo

En una pequeña ciudad del oeste de Laos vivía un pequeño niño que usaba un pequeño sombrero azul. Detrás de unos no tan pequeños espejuelos que cubrían su rostro, se encontraban sus ojos amarillos. Tenía los ojos pequeños como su papá, pero sus gafas hacían que pareciesen dos ámbares gigantescos, con sus respectivos insectos que eran sus enormes pupilas.

Cierta vez, el pequeño niño se encontró frente a un dragón de Komodo, una especie que no era comúnmente vista por esos lares. Se preguntó cómo habría llegado a Laos un saurio como el que se mostraba imponente frente a sus grandísimos lentes. Sin pensarlo mucho y como por instinto, comenzó a hablarle al réptil.

Curiosamente, el dragón de Komodo le respondió. Le dijo que no estaba en Laos. Que estaba en un lugar que quedaba muy lejos, pero al alcance de un cerrar de ojos... Estaba en Indonesia, el archipiélago de los sueños. Donde el pequeño era del tamaño de una isla y sus ojos eran verdaderamente ámbares con escarabajos en su centro.


El dragón de Komodo extendió unas alas de cisne y alzó vuelo sobre él. "Los dragones de Komodo no vuelan" dijo el niño. Todo se oscureció y sus ojos dejaron de ser ámbares gigantescos detrás de un par de gafas y se convirtieron en los aburridos y pequeños ojos amarillos iguales a los de su papá. Los abrió y los volvió a cerrar, esperando conseguirse una vez más en Indonesia.