Aquella vez me di cuenta de que mi madre siempre tiene la razón.
Vivimos en un barrio de Caracas, la típica historia del sueño americano en el contexto venezolano, pero con un toque de un "no sé qué".
-¡Muchachos! ¡Bajen a comé'! - Gritaba mi mamá todas las mañanas.
Yo era el único de los diez hermanos que tenía empleo, o al menos el único con un empleo serio. De los 10 hermanos, solo quedábamos seis: Yerbi, Yakson, Supermán, Kelnis, Yubirixaida y yo, pero no les diré mi nombre porque me da pena.
-Otra ve' arepa con paloma. - exclamaba Yakson viendo la arepa con algo semejante al pollo de Mercal.
-¡Ay papá! ¿Y a ti te gusta la paloma? - dijo Kelnis.
-Cállate, chamo, deja a tu hermano tranquilo. - les reproché.
-¡Se me callan todos! Quiero que vayan de una 'ez a a buscá trabajo, pa que sean como su hermano... - ¡Epa! Ahí dicen mi nombre. - ... Sobre todo tú, Supermán Francisco, ya basta de andá' bebiendo por "ahi"- exclamó sentenciosa, mi querida madre, la única mujer con un nombre medianamente decente en esa casa.
-Mamá, el empleo está sobrevalorado... La moda hoy en día es ser mantenido.- dije sarcásticamente.
-Tú lo dirás en broma, hijo, pero ni a cantantes de reggaetón se meten estos muchachos.
Y así mismo eran todas las mañanas en mi hogar, pero este día mi mamá me vio con unos ojos llenos de preocupación, como si algo pasara, le pregunté qué sucedía y me respondió con un profético "Algo malo va a pasar".
-Estás loca, mamá. - Fue lo que le respondí a su paranoia insensata, pero más que insensata, pavosa.
Tan pavosa fue que realmente pasó algo.
Al principio, como a las 11 de la mañana me llegó un mensaje de texto de Yubirixaida avisando que Yerbi había conseguido trabajo, pero que a mamá no le gustaría. Me sorprendió este mensaje en mi Vergatario™, pero decidí que esperaría a llegar a casa para discutir con seriedad. Dejando mi Verga... Tario™a un lado, seguí con mi día de trabajo de manera normal.
Cuatro horas después, que si prestaron atención sabrían que me refiero a las 3 pm, busqué mi celular (para no decir más "esa" palabra) y me percaté de una particularidad, tenía seis llamadas perdidas y seis mensajes en el buzón de voz, cinco de cada uno de mis hermanos y uno de mi madre.
El primero era de Yerbi y decía:
-Güón, tengo trabajo, soy es malandro, pero no le digas a mi mamá, que ahora tengo mis contactos, rata... - Y ahí se cortaba su preocupante y a la vez amenazante mensaje.
El segundo de Yubirixaida decía: "Comunícate conmigo que tu hermano está metido en un peo". El tercero y el cuarto de Supermán y de Yakson, eran totalmente incomprensibles, pero escuchando el quinto me di cuenta de qué querían decir y el último mensaje, de mi mamá, confirmó mis sospechas.
-Tú estabas diciendo que yo estaba loca, pero tenía razón.
En fin, la cotidianidad caraqueña.