lunes, 12 de diciembre de 2011

La Bendita Hornilla, Parte VI. El Retorno de Domegas.

  Era la sexta vez que Carlos dejaba la hornilla de gas de la cocina encendida si estar cocinando siquiera un huevo frito. No había nada que enfureciese más a Emilia que ver el gas escaparse y llenar la casa de ese olor tan característico que es conocido como... olor de gas.

- ¡Carlos Eduardo Rodríguez Millán! ¡Otra vez dejaste la bendita hornilla prendida!

- ¿Otra vez? ¿Cuándo la he dejado encendida, mi amor?

- ¡El coño de tu madre! ¡Esta es la sexta vez! ¡La sexta!

  La primera vez había sido el tercer día que empezaron a vivir juntos. Carlos había hecho una cena majestuosa... Sí, había. 
  La segunda, se disponía a cocinar una pasta y llamaron al teléfono... según él. 
  La tercera vez quemó el cuarto. Se había llevado la cocina al costado de su cama. Le pareció más cómodo... Quizás fue demasiado cómodo.
  Luego, ya a los 3 años de matrimonio, se generó un incendio de tal magnitud que la factura de Domegas fue 2 veces más costosa que la reposición de los daños a la propiedad... Mejor dicho, a las propiedades.
  ¿Y qué pasó la quinta vez? Se enteró de que el muchacho que cobraba el gas era su primo Luis... Era. Que en paz descanse.

- Ya el narrador explicó... ¿Es necesario más, señor "no-tengo-idea-de-cómo-apagar-una-hornilla"?

-¿Qué´narrador, Emilia?

-¡Mira chico! ¿Tú estás pensando que yo me voy a creer esa del "Alzheimer Selectivo"?

  En ese momento, sonó el timbre. Una visita bastante esperada por Emilia.

-¡E-e-el gas! ¡T-t-tienenen derecho a p-p-permanecer ca-calla-llados!... ¡Y p-p-por favor ap-p-paguen la bendita hornilla! - gritó el joven cobrador de Domegas asustado.

  Y así fue como Carlos y Emilia compraron una cocina eléctrica.

La Playita

  Cansado del ritmo de la ciudad, se le ocurrió irse a la playa en julio. Mala idea si buscas relajación. Buena idea para una nueva canción.

  Es tan desagradable ver a tanta gente amontonarse en un espacio lleno de arena caliente junto a un charco de agua salada para bañarse en los rayos del sol o en el orine con sal al que llaman mar. Por supuesto que no se va uno a la playa para esa cochinada. Eso solo le gusta a los niños, que no tienen prejuicios y tienen el poder en nuestros hogares... los únicos capaces de ganar discusiones con la mujer de uno, comprobado científicamente. La verdadera razón por la que uno va a estos sitios es para contemplar los cuerpos semi-desnudos de las señoritas que no les da pena usar pequeños bikinis (gracias a Dios), pero que se rehusan a andar en ropa interior frente a los desconocidos... totalmente ilógico, sobre todo teniendo en cuenta que estos trajes de baño son infinitamente más reveladores (una vez más, gracias a Dios) que la profana y violadora de la castidad lencería.

 - Mijo, cómo calienta el sol aquí. - decía una señora.
 - ¡Eureka! - dijo nuestro protagonista.
 - No, mijo, yo me llamo Eugenia.

  Al protagonista de esta historia, que lo conocen tu mujer y tu suegra, le faltaba inspiración para su próximo hit. Cansado de la contaminada ciudad de México, se retiró unos días a su apartamento en la también contaminada Acapulco ¡Brillante!

  Calentó el maldito solo en la playa y a este joven solo se le pudo ocurrir del gigante astro que hizo a la señora, que seguramente se veía muy mal en su traje de baño quejarse.

   Que si calentaba el sol, que si el mar estaba frío, lo que a Luis Miguel le importó fue que sentía "su palpitar cerca". Así nació "Cuando Calienta El Sol"... Al rato se dio cuenta que ya la habían escrito los hermanos Rigual. Al fin y al cabo un cover no está mal ¿eh? (Mejor es "La Incondicional").

viernes, 18 de noviembre de 2011

Las Blancas Colinas de Kiev (Un final alternativo para "La dama del perrito" de Antón Chéjov)

   El amor, como un estúpido parásito, se apodera de nuestra conciencia. Cuesta mucho establecer prioridades... Lo necesario, lo deseado, lo debido. Todo sucumbe ante las fauces del voraz amor. Una rosa llena de espinas. Espinas que se clavan y no sueltan, aferrándose a los designios del corazón. Así es el amor... El amor que llevó a Gurov a tomar una decisión. Una decisión de la que se querrá arrepentir.

   Gurov y Ana habían arreglado el dichoso plan. Huir no era una opción razonable... Los problemas siempre persiguen a sus propietarios. La única solución es la solución.

- ¿Estás seguro de esto, Dmitri? - le preguntó Ana confundida.

   El silencio de Gurov preocupó a Ana. No quería precipitarse...  era un riesgo demasiado grande.

   ¿Y los hijos de Gurov? ¿Qué sería de ellos? Las dudas no abandonaban la mente de Dmitri, pero la mente era solo un pedazo de materia gris inmóvil ante la rapidez con la que latían las elecciones.

   El tren los esperaba... Ucrania sería el nuevo hogar de los fugitivos Gurov y Ana. Huir nunca fue razonable... pero ¿acaso la razón ha gobernado sobre la voluntad del amor?

  Las blancas colinas de Kiev son ahora el nevado lecho de los enamorados. Habiendo abandonado todo lo que tenían en Rusia, el invierno eterno se encargó de abrazar las vidas románticas de dos idiotas.... Dos idiotas sin arrepentimientos. Y nevó y nevó...

La Llegada del Caballero

  Atados a una puerta, los brazos de Judas manchan de sangre el pasto gris y las flores de loto del séptimo jardín. Ardiendo junto a un animal tricéfalo, las llamas del sufrimiento a viva voz sollozan sus lamentos. Estoy en el punto sin retorno, los ojos me observan a través de los vacíos troncos, estoy en el infierno. Una rata se acerca a las fauces del cerbero, y en cuestión de segundos no quedan más que huesos. No entiendo ¿Qué hago acá? No entiendo... ¿Por qué me has abandonado? Las puertas de mármol se abren y ya el terror, de mi alma se ha apoderado.

martes, 18 de octubre de 2011

La semilla del Paraíso

  Cerrado el juicio. Dictada la sentencia. El caballero de la armadura de diamante y ojos de luna había sido condenado a quemarse en las llamas de la hoguera. La inquisición había hablado. Esa era la voluntad del Señor ante el más grande pecador.

  Comenzaba la sesión, y la corte se preparaba para juzgar al guerrero más valiente y más fuerte del feudo, Henry, hijo de un noble de la localidad de Westminster.

-Ante vosotros, estimados hermanos, obispos y sacerdotes, se encuentra el mismo Satanás - decía el inquisidor Giuliano-. He de advertiros. Este hombre ha cometido el mayor de los pecados.

  ¿Qué podría ser?, se preguntaban asombrados los asistentes a la corte. El marqués Charles III escuchaba con particular indignación cómo la figura de la máxima lealtad se desmoronaba frente a sus verdes ojos.

-Henry, hijo de Richard, hijo de Ferdinand- continuaba el inquisidor- ¿Es cierto que has descendido a los infiernos y hablado con eal demonio?

-Es cierto. Y no solo le he  hablado. Él me otorgó lo que vuestro insensato dios no me ha podido dar.

-¡Blasfemo! ¡Engendro de Lucifer! - gritaban los sacerdotes.

-Pues sí, he conseguido lo que vosotros no podéis entender, la sabiduría, el conocimiento, eso que tanto nos esconden. Y viajé al cielo y el mismo Dios está decepcionado... No el dios de vosotros, sino el Dios que habéis traicionado.

  Cerrado el juicio. Dictada la sentencia. Henry, hijo de Richard, hijo de Ferdinand, murió incinerado ante los ojos perplejos de una inquisición llena de dudas. 

Dante daba un paseo por el purgatorio.

El vampiro y el puma

  Otro día en el trabajo. Otra razón para ponerme a buscar un empleo serio.

  ¡Coño! pero es que uno lleva 10 años haciendo la misma cosa, vistiéndose de vampiro. Y les juro que no me he matado porque... ¿Por qué no me he matado? Es que, cónchale, por lo menos si fuera Disneylandia, que seguro a ese desgraciado que se disfraza de Mickey Mouse le dan real parejo.

   El otro día llega un muchachito, "criaturita de Dios", seguramente el mismo Lucifer, y me pregunta "¿Usted es 'el puma'?" ¡CRISTO! Y me pongo a discutir con el pequeño "ángel".

- No, niño, soy un vampiro. - le dije con calma. Cuestión de paciencia.

- Pero, se parece mucho al puma. Cante la del "Pavo Real".

  Que cantara Pavo Real, que cantara Pavo Real. Esa fue la gota que derramó el vaso... ¿o al vaso? Nunca sé cómo se dice.

- ¿Y entonces? - preguntó el condenado.

  Yo con la intriga de cómo demonios este "carajito", si se me permite la expresión, horario supervisado, lenguaje tipo X, sabía quién era el desgraciado de José Luis Rodríguez, pero no le pregunté... Me arrepiento aún de eso. Entonces, le digo:

- ¡Soy un vampiro! ¡No el puma! ¡Mira los colmillos!

- Aun así, su disfraz no resulta del todo convincente... le hace falta algo de sangre.

-No me permitirían utilizar sangre, es un parque para niños.

-Pudo haber utilizado un syrup dulce de fresa. Sin el líquido vital, su disfraz es tan solo una patética y trágica pantomima de un vampiro, resultando en mi conclusión de que usted sea el Puma.

 ¡Maldita sea! El niño era un cochino poeta... Y de paso, crítico.

- No puedo, sufro de diabetes. - respondí indignado.

-Ah, bueno... Hasta luego, señor Puma.
 
  ¡El coño de la madre! Sinceramente, ¿Por qué no me suicido? Que se pudran todos los empleos...  Y José Luis Rodríguez también.

Nota del autor: Larga vida a José Luis Rodríguez.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Lejos del mar

   La insoportable agonía se apoderó de lo que quedaba de los recuerdos torturados por el Alzheimer del capitán Filipo. Finalmente llegaba el barco a las orillas de la costa de Mallorca, ciudad que le vio nacer y que padece del mismo mal que aqueja al alguna vez temerario capitán. La nave traía consigo relatos de un viaje que había sido olvidado. Al parecer las ganas de morir ya habían vencido a cualquier enfermedad o voto de silencio que pudo haber guardado el despiadado pirata.

  "No me arrepiento de haber robado y asesinado a tantos imbéciles que se atrevieron a desafiarme... O no, jeje. Tampoco me arrepiento de haber sido un artista, mis obras fueron hechas con sangre y por supuesto, bañadas con agua salada. De lo único que me arrepiento es de haberme enamorado de la mujer que me hizo esto, la que me abandonó... O que las circunstancias me obligaron a abandonar". Los ojos del capitán se cerraron y dio su último aliento. El mar se llevó todo lo que el capitán destruyó y lo que no pudo destruir... El capitán está lejos del mar.

domingo, 19 de junio de 2011

Lucy in the Sky with Diamonds

  Abril de 1978, suena Led Zeppelin en el radio de papá, "la guitarra hipnotizante de Dazed and Confused llena la habitación de un color naranja con rayas púrpura." decía mi papá luego de dos gotas de ese potecito medicinal que estaba arriba de la chimenea, "fuera del alcance de los niños".

  Yo no sabía cómo mi padre veía todas esas cosas en la sala, realmente yo solo oía a Jimmy Page haciendo un majestuoso solo con el arco de un violín, rozando las cuerdas de su Gibson Les Paul.

  -¡Oye, pa! - le grité.
  -¿Qué pasó, pollita groovy?

  Así me decía mi papá, un hippie con el cabello rubio, cuyas puntas rozaban su cintura, y sus lentes azules y redondos que le daban un aspecto de John Lennon con agua oxigenada, digamos un Rick Wakeman con anteojos.

   -¿Qué es ese gotero de ahí? - dije apuntando al pote ya mencionado.
   - ¡Nada! ¡Es un remedio!... para... ¡Para la tos! ¡No te lo tomes! - respondió de manera bastante curiosa.
   -Está bien.

  Pero, no podía dejar de pensar en cuál era la razón por la que el viejo lo tomaba todos los días, con Pink Floyd, con Gentle Giant, Emerson, Lake and Palmer... Y la que más le causaba emoción: "Lucy in the Sky with Diamonds". "Tan simple, pero tan fantástica", decía mientras reía desquiciadamente, y además jugaba con una de las piezas de diamante de una artesanía que perteneció a Syd Barrett.


  Decidí fingir tos, pero me dio otra cosa cuando le dije que necesitaba del gotero.

  -No, no... Es un remedio para... para la "Esternocleidomastoideosis".

  Como no sabía qué rayos era eso, al parecer se había salido con la suya el señor groovy.

   A las 3:27 a.m., lo recuerdo exactamente busqué el estúpido pote. Ya estaba harta y la tentación me llamaba poco a poco. Ansiosa, me acerqué al gotero.

  Encendí la radio y tomé seis gotas del líquido, sonó justamente "Lucy in the Sky with Diamonds".

  El cuarto, totalmente oscuro, vio una luz salir de un hilo de una bata que estaba sobre el sofá. Su brillo iluminó las paredes y, en cuestión de minutos, la habitación se bañó de aguas del Arco Iris.

  -Lucy in the Sky with Diamonds. - cantaba sobre las nubes rojas y verdes que flotaban sobre un cordero de tres cabezas que danzaba con desgano.

  Un animal de 7 metros se paró frente a mí y me tuve que enfrentar a él. Ya no sonaban los Beatles, sino "Knife Edge" de ELP. Con un sable corté el brazo de la bestia y caí rendido sobre el mar y dormí con los peces en un arrecife coralino.

  -Pero ¿Estás bien, Lucy? - preguntó un ángel.
  -Mientras esté aquí con mis diamantes todo estará bien, Ringo.

  Desperté en el hospital junto a una cama donde estaba mi papá, quien tenía una grave cortada en su mano izquierda.

  -Esto... ¿Fue mi culpa, pa?
  -No, hija...  Fue el maldito diamante de Syd Barrett.

La Cuaima de León

  Las llamas arden en las calles y el pueblo, prisionero del miedo, se enfrenta ante la opresión de la revolución más sangrienta que ha visto nuestra nación.

  Comandados por el general Evaristo Rodríguez Peraza, los insurgentes se enfrentan ante el presidente de turno Pedro Melquiades León.

   -Quiero ver a León muerto, una bala en el pecho basta, pero ese hijo de perra se merece una bola de tiros.- exclamó Rodríguez Peraza a sus soldados.

   Las fuerzas revolucionarias que se enlistaban bajo el mando del general, conocido como "el galán franchute", debido a su cualidad de seductor irresistible y su dominio del francés; más que por convicción servían por el miedo. La figura de Rodríguez Peraza "asustaba al más diablo", no por su fealdad, sino por su frialdad.

   El palacio de gobierno, en el centro de la ciudad, era el objetivo del general, y más que el poder, lo movían la envidia y la lujuria que Luisiana Domínguez de León, primera dama, provocaba sobre el "galán franchute".

  Luisiana Domínguez de León, es lo que vulgarmente llamaríamos "la cuaima", una mujer de 1,60 m, de figura sensual, labios rojos, ojos azules como el cielo y cabellos rubios como el sol que se alza sobre su esplendor cerúleo. Sin ninguna intención, se convertía en la mujer más hermosa y más peligrosa del país.

  -¡Oligarcas, temblad! - gritaban los revolucionarios a las puertas del palacio.

  El caos inundaba en aceite el paisaje que alguna vez fue considerado lo más bello de toda América en términos arquitectónicos y urbanísticos. Pronto ese aceite encendería las llamas cuando cayera frente a Luisiana, su esposo, Pedro Melquiades.

  La primera bala impactó en la mano izquierda del mandatario, la sangre y la carne hacían pinturas al óleo en el suelo de su oficina de gobierno. Luego de ese fuerte disparo, obedeciendo las palabras del "galán franchute", una cascada de plomo destruyó cualquier señal posible de vida del presidente León. Fue como si cada parte del cuerpo del hombre se tornara de plomo, un magnicidio donde la piel era transmutada en metal, bajo los tiros de armas de la alquimia transmutadora.

  Ipso facto, apareció en escena el malo de la película, quien con sus encantos se acercó a seducir a Luisiana.

  -Apártate de mi vista, bestia inmunda. - dijo sin dudar dos veces "la cuaima",

  Solos en la habitación, Rodríguez Peraza trató de desvestir a la primera dama, pero carácter de la mujer venció ante la opresión del militar libidinoso.

  Y con una patada en los genitales y un balazo entre las cejas, Domínguez de León se asomó al balcón del palacio desde donde arrojó el cadáver  del inservible desgraciado que alguna vez fue el hombre más temido de la nación.

  -¡Aquí tienen a su héroe! - exclamó ante la multitud y sin más que decir se retiró a los interiores del palacio.

jueves, 9 de junio de 2011

Rosa, Caperuzza Rosa

- ¡Rosa! ¡Rosa! ¡Rosa!
- ¿Qué pasó mamá? ¿Por qué tanto alboroto?
- Necesito que le lleve urgentemente esta cesta a su abuela. Usted ya sabe dónde vive, así que vaya y venga sin que nadie la detenga.

- Y así fue como llegué aquí, señor... Me parece que no me ha dicho su nombre.
- ¡Oh! Qué descortés de mi parte, mi nombre es Eugenio.
- ¿Eugenio a secas?
- No no, Eugenio Villalobos.
- ¿Lobos? ¿Dónde?
- No, Villalobos. Ese es mi apellido.

  Eugenio era un caballero cortés, pero con un aspecto desaliñado que no se lo quitaba nadie. Cabellos y barba largos y desgreñados, usaba un elegante traje, poco común para andar por el bosque si me preguntan, un sombrero de copa y un monóculo que desentonaba con sus ya descritos atributos, principalmente faciales, y mientras hablábamos noté una cola del mismo colo de su pelaje, digo pelo, salir de su pantalón.

- Señor Villalobos, un gusto en conocerle, yo soy Rosa Caperuzza, pero me puede llamar Rosita.
- Está bien, Rosita. Si me disculpas, tengo asuntos importantes que atender.
- Claro, señor Lobos.
- Villalobos, es Villalobos.

  En ese momento, el señor Lobos se retiró de una manera muy peculiar, colocó sus brazos en el suelo como si fuese a gatear, pero cual galope de purasangre, de mi vista se logró alejar.

  Seguí mi camino para llegar a donde vive mi abuela Nana, corrí por entre los árboles y reí con el "Cruac" de las ranas, cantaban como en los discos de jazz que escuchaba mi papá, pero que mi madre botó por una razón que no logro recordar... ¡Los discos! Mi papá aún está en la casa, seguro estará rascándose la panza, como dice mi mamá.

- ¡Abuela Nana! ¡Abuela Nana! - grité desde la cerca del jardín de mi abuelita.

  Como nadie respondió, luego de cinco minutos pasé y vi a mi abuela en su cama, con aspecto bastante anormal.

-  Abuela, se ve rarísima ¿Se siente bien?
- Ujuju, claro que sí, Rosita ¿Y eso que vino a vistar a su abuela? - respondió con un tono muy masculino.
- ¿De verdad? Suena como un hombre, abuela. - le dije sin miedo.
- ¿Qué es esa falta de respeto, mija?

 No cabía duda, era un hombre haciéndose pasar por mi abuela. En ese momento, recordé que había leído una historia de una niña que iba a casa de su abuela y esta era reemplazada por... ¡UN LOBO!

- ¡Eugenio! - grité.
- ¡No! ¡Es el leñador transvestite! - dijo Eugenio, quién entró de súbito.

  Y así fue como "el lobo" descubrió que la abuela era un leñador transexual.

martes, 31 de mayo de 2011

Francamente...

   El frío de la habitación escalaba las piernas bronceadas de Carolina, subía por su regazo y erizaba la piel de su cuerpo desnudo que con sus manos tapaba.

  -Pero, va a entrar alguien y nos verá. - susurró.
  -Carolina ¿Por qué ocultas con tus manos lo que Dios moldeó con las suyas? - le pregunté sin prestarle atención.

  No podía negar la atracción irresistible hacia el cuerpo voluptuoso, pero tan sutil de la hermosa morena Carolina, sus ojos de chocolate, su cabello como una cascada de ébano y sus pechos, como dicen los románticos para no parecer grotescos, pechos maternales, pero maternales MATERNALES... Basta, me estoy desviando del tet... ¡Tema! Del tema.

  Mi pregunta logró el efecto deseado, Carolina apartó su lindas manos temblorosas de su cuerpo y justo en el momento en que logré admirar la absoluta belleza de sus partes se oyó un "Más duro" del salón de clases de al lado... Sí, nosotros también estábamos en un aula.

  - ¿Qué fue eso? - dijo Carolina tomando sus ropas y tapándose nuevamente.
  -¡Coño! - grité furioso y decepcionado.

  Alguien pretendía quitarnos el protagonismo de esta historia erótica que tomaba un rumbo hacia una comedia que a mí realmente no me causaba gracia.

  Carolina, ya vestida (Coño), fue a ver qué sucedía en el salón contiguo.

  -¡Fede, mira esta vaina! - exclamó en voz baja.

  Al asomarme por un agujero en la puerta observé una imagen bastante grotesca, quizá artística para Botero y creo que con eso resumo gran parte del trauma de la ocasión, pero eso no era realmente lo que nos preocupaba a Carolina y a mí, allá adentro estaba el decano, y la mujer "robusta" que se encontraba con él era la mamá de Franco, un compañero.

  -¿Han visto a mi mamá? - preguntó Franco sorprendiéndonos con su llegada.

  Carolina y yo nos vimos diciendo con las miradas "¡Veeerga!". Como dicen, "lo reventamos".

  -Ehmm... Está en una reunión importante con el decano. - respondí tratando de parecer calmado.
  - ¡Aaaah! ¡Más! ¡Más! - se escuchó inoportunamente.

  Franco molesto abrió la puerta del salón y encontró lo que ya describí. Después de eso, solo recuerdo al decano diciendo "Franco, tu mamá sí grita".

Otro día en el paraíso

   Aquella vez me di cuenta de que mi madre siempre tiene la razón.

  Vivimos en un barrio de Caracas, la típica historia del sueño americano en el contexto venezolano, pero con un toque de un "no sé qué".

  -¡Muchachos! ¡Bajen a comé'! - Gritaba mi mamá todas las mañanas.

  Yo era el único de los diez hermanos que tenía empleo, o al menos el único con un empleo serio. De los 10 hermanos, solo quedábamos seis: Yerbi, Yakson, Supermán, Kelnis, Yubirixaida y yo, pero no les diré mi nombre porque me da pena.

 -Otra ve' arepa con paloma. - exclamaba Yakson viendo la arepa con algo semejante al pollo de Mercal.
 -¡Ay papá! ¿Y a ti te gusta la paloma? - dijo Kelnis. 
-Cállate, chamo, deja a tu hermano tranquilo. - les reproché.
 -¡Se me callan todos! Quiero que vayan de una 'ez a a buscá trabajo, pa que sean como su hermano... - ¡Epa! Ahí dicen mi nombre. - ... Sobre todo tú, Supermán Francisco, ya basta de andá' bebiendo por "ahi"- exclamó sentenciosa, mi querida madre, la única mujer con un nombre medianamente decente en esa casa.
 -Mamá, el empleo está sobrevalorado... La moda hoy en día es ser mantenido.- dije sarcásticamente.
 -Tú lo dirás en broma, hijo, pero ni a cantantes de reggaetón se meten estos muchachos.

  Y así mismo eran todas las mañanas en mi hogar, pero este día mi mamá me vio con unos ojos llenos de preocupación, como si algo pasara, le pregunté qué sucedía y me respondió con un profético "Algo malo va a pasar".

  -Estás loca, mamá. - Fue lo que le respondí a su paranoia insensata, pero más que insensata, pavosa.

  Tan pavosa fue que realmente pasó algo.

  Al principio, como a las 11 de la mañana me llegó un mensaje de texto de Yubirixaida avisando que Yerbi había conseguido trabajo, pero que a mamá no le gustaría. Me sorprendió este mensaje en mi Vergatario™, pero decidí que esperaría a llegar a casa para discutir con seriedad. Dejando mi Verga... Tario™a un lado, seguí con mi día de trabajo de manera normal.

  Cuatro horas después, que si prestaron atención sabrían que me refiero a las 3 pm, busqué mi celular (para no decir más "esa" palabra) y me percaté de una particularidad, tenía seis llamadas perdidas y seis mensajes en el buzón de voz, cinco de cada uno de mis hermanos y uno de mi madre.

  El primero era de Yerbi y decía:
 -Güón, tengo trabajo, soy es malandro, pero no le digas a mi mamá, que ahora tengo mis contactos, rata... - Y ahí se cortaba su preocupante y a la vez amenazante mensaje.

  El segundo de Yubirixaida decía: "Comunícate conmigo que tu hermano está metido en un peo". El tercero y el cuarto de Supermán y de Yakson, eran totalmente incomprensibles, pero escuchando el quinto me di cuenta de qué querían decir y el último mensaje, de mi mamá, confirmó mis sospechas.

  -Tú estabas diciendo que yo estaba loca, pero tenía razón.

  En fin, la cotidianidad caraqueña.

¿Qué coño pasó?

-¡Chamo! - decía Juan - ¿Te enteraste del beta?
-Sí. - respondió con indiferencia Luis.
-¡Qué bolas de pana!
-Sí, sí.
-Y lo peor fue lo que pasó después, güón.
-Sí, sin duda.
-De paso, el bicho llega así como si no hubiese pasado nada.
-¿De qué hablan, amigos? - dijo Elías, quien se acercó cálidamente a saludar a sus compañeros.
-Del beta, güón. - dijo Juan.
-Sí. - respondió Luis.
-¿Cuál beta, queridos camaradas?
-Lo que le pasó a Rodrigo, güón.
-Sí, eso.
-¡Ah! Entiendo, mis panas.
-Qué bolas ¿No?
-¿Qué cosa?
-¡Lo de Rodrigo, güón!
-¡Ah! Sí, claro, por supuesto, camarada. Me indigna en demasía la actitud que tomó Rodrigo ante una situación tan seria como esa. Sé que exige mucho, pero no es para tanto. Una reacción exagerada, sin duda, compañeros.
-Sí.
-Chamo, no sé qué dijiste, pero siento así de corazoncito que lo que dijiste es veldá.

-¡Hey! ¿Cómo están? - saludó Rodrigo, quien llegaba animado.
-... Pfft. - esputó Luis.
-...¡Qué bolas, güón!
-...¡Ay camarada!
-¿Qué pasó? - preguntó el recién llegado.
-¡Je! - rió Luis.
-¿Y tienes las bolas de preguntar? Nooooooo, güón. Si eres cara e' tabla.
-Camarada, debería reconsiderar el planteamiento de su pregunta.
-Pero ¿Qué coño pasó?
- Chao.- dijo para si mismo Luis mientras se retiraba.
-No, güón. - dijo y se fue ya saben quién.
-Espera ahí, Elías. - exclamó Rodrigo deteniendo a su compañero.
-¿Qué? ¿Me vas a hacer lo mismo a mí?
-¿De qué coño están hablando?
-No sé.- dijo Elías con bastante certeza para luego marcharse.
-Hay que ver que la gente sí es "hablapaja".

... Y así todo el mundo se enteró de nada.

Manual del Sicario

  Sangre, sangre, sangre; todo mi abrigo bañado en sangre, sangre que no es mía. Ser un asesino a sueldo no es fácil.

  No cualquiera puede ser un sicario, resulta complicado trabajar a diario, recibiendo pedidos y ajustando un calendario. No cualquiera puede ser un sicario.


  Y en la noche, el sueño es un tormento, pesadillas marcadas por recuerdos, canciones tristes en coro de las voces de mis muertos. Y las horas se pasan con miedo al mañana y el aroma de esas pobres almas que caerán ante mis balas, corazones que apuñalar y en fin, trabajo de la cotidianidad.


  Para ser un sicario hay tres cosas que deben recordar; jamás temerle a la realidad, convertir tu vida en un arma y las dos anteriores no olvidar. No creas en nada, la calma y la bulla pueden ser tus mejores aliadas, y en el mejor de los casos, te entretendrás mientras trabajas. Una vez me encargué del enfrentamiento entre dos hermanas que acabaron por contratarme al mismo tiempo ambas.


  Ser un asesino a sueldo es terrible, si te estás metiendo en este mundo, no lo consideres una opción muy factible, factible en cuestiones de sueldo, de paso puedes acabar muerto, la mente, como dicen, domina al cuerpo y con esta "profesión" es muy simple perder lo cuerdo.


  Este negocio es tan poco rentable, que la parte de "a sueldo" parece sobrarle. Sinceramente, el sueldo mínimo es más alto que lo que este trabajo pague. Ya sé qué están pensando, creen que matar paga mucho, pues están equivocados, por lo menos en mi caso. Yo asesino de una manera poco convencional, asesino con mi redactar.


  Asesino al arte todos los días y me pagan miserias por estas tonterías. ¡Ah! Ahora sí lo ven, no es lo que creían. En efecto, escribiendo esto estoy matando a este texto, buscando causar un poco de descontento.


  Pesadillas, pesadillas, tan familiares como Winston Vallenilla... Sí, eso era un chiste para llenar media cuartilla. Pero, en realidad pesadillas, atormentan la mente de un escritor mediocre que no le importa pasar su vida matando a su arte y al arte del hombre.


  Y los fracasos, inundan ese lugar donde están los recuerdos que no son escasos y me matan muerto, como diría Rosales que tampoco es muy cuerdo.

*Este manual fue escrito por alguien que logró hacer arte, al intentar matar al arte. La historia de un hombre con una autoestima enterrada en el subsuelo de sus pensamientos densos, densos como el mismo océano y tristes, tristes como los ojos llorosos de Cristo crucificado... Bueno, bueno, tampoco es para tanto.*

martes, 26 de abril de 2011

Ave Fénix

  Murió, y de sus cenizas bañadas en mis lágrimas renació. Su rostro chamuscado por las llamas de su incendio eterno, sus ojos grises se convirtieron en dos perlas brillantes sobre las cuales la luna reflejaba su aura de calcio.

   Jamás creí que la muerte podría ser tan hermosa, jamás creí que en el fondo de mi corazón brotase la flor de una negra rosa, las gotas de la lluvia expedidas por mis glóbulos oculares mojaban sus labios, sus manos y sus pechos celestiales. Una cascada se precipitó sobre el suelo bañado en vino, en el vino de su vida, el vino de mi querida.

  No me aparté de su cuerpo, junto a sus cenizas permanecería, un llanto interminable, sollozos por su alma que abandonaba a la mía, estábamos conectados por un extenso cable. Pasaron los días y también los policías, pero de mi boca ni una sola palabra saldría, ninguna otra palabra, más que "Valentina".

  Médicos y psicólogos se acercaban a Valentina y a mí, llegaban en vano, pues no me movería de ahí, ni su propio hermano. El hermano de Valentina sufría por supuesto, pero el luto que pagaba, ante el mío, no poseía argumento.

  Quizás fueron mis lágrimas, quizás fue mi sufrimiento, pero como agua bendita bañando el mismo rostro de la virgen, ante todo el memento, mi hermosa Valentina regresó de los altos cielos, donde la voz de los mismos ángeles seguro escucharía. Tocando la lira, el arpa, el piano y la guitarra y su música nebulosa evocaron la calma y devolvieron a mis brazos su nivea alma.

  Nadie creía lo que veía. De un milagro se trataba, la santificación de la belleza en la acción más maravillosa que la imagen retrataba. Cual ave fénix, Valentina renació de sus cenizas. Y así fue, murió, y de sus restos bañados en mis lágrimas resucitó.

  El llanto de sus ojos grises y las gotas de mis ojos pardos se mezclaron entre nuestras lenguas en el más hermoso de los besos, y es así como el amor nunca muere, y si sucede, siempre regresará de los muertos.

Imagen: Greg Martin http://gallery.artofgregmartin.com/ ©

viernes, 15 de abril de 2011

El Día de mi Suerte

   ♪Pronto llegará el día de mi suerte, sé que antes de mi muerte, seguro que mi suerte cambiará


    Las voces del autobús se convierten en mis oídos en la incertidumbre, la violencia, la miseria, el riesgo, la policía. Razones me sobran para dudar de mi entorno, me siento como Andrés Barazarte, pero sin lo gocho y sin la maleta, en realidad solo nos parecemos en lo de criminales, criminales incidentales. 


   No sé por que no fui con Luis a la plaza aquel día en que una fuerza superior se apoderó de mí. No soy realmente el hombre más suertudo del mundo, en la búsqueda del final del arcoiris, yo soy el pendejo que se cree que hay oro. Cuando pedí una pata de conejo, me dieron gato por liebre y cuando creí haberme topado con el trébol de cuatro hojas, caí en las fauces de la vil droga.


  Sí, soy un drogadicto, pero no me llamen así, no me gusta, es... muy despectivo, díganme bohemio. Voy en camino a la casa de mi proveedor, lo llamamos "el master", tiene una pinta de Salvador Dalí, pero combinado con Gustavo Cerati, no sé si lo entiendan, es bien raro.


  - Al llegar a donde "el master" hay que decir la clave - me decía Jaime, un amigo que sabe de esto - la clave es, y recuérdala bien: "Alguien voló sobre el nido del cuco". - A mi mente llegó la imagen de Jack Nicholson en esa película del mismo nombre. 


  En fin, al llegar a donde "el master" canté la clave, pero no apareció Dalí con Cerati, sino Morgan Freeman con un pistolón. No se trataba ya de la droga que era mi vida, sino de mi vida, que era la droga. Un policía que era frecuentemente chantajeado por "el master" simplemente llegó ese día con ganas de matar. 


   ♪Pronto llegará el día de mi suerte, sé que antes de mi muerte, seguro que mi suerte cambiará♪, pero realmente no cambió. 

Ritorna a me, Francesca.

   Nueva York está a tan solo 10 kms., el crucero avanza y aún no hallo a Francesca Benutti.

   La incertidumbre trepa por mis hombros, y pesa más que el ancla del barco. Sus labios rosa, sus cabellos rojos, sus ojos verdes y su cuerpo de diosa, describen a Francesca, la mujer más hermosa. No hay por dónde buscar, pero su piel deseo tocar, las ansias de besar su boca una vez más consumen lentamente mis pensamientos, y estallan junto a todo lo que en mi corazón por ella siento.

  No me monté en esta nave porque a Nueva York ir buscáse, sino porque creí haber visto a mi preciosa ave montarse, no porque tuviese plumas, sino porque la necesidad de rimar me abruma. En Milano, la situación era distinta, nuestro amor estaba escrito con una rojiza tinta, los besos de Francesca, me sacudían la testa, la vida con Francesca, me sacudía la testa y cuando me intentó matar Francesca... Me sacudió la testa.

  Derramadas las lágrimas sobre las poesías con tu nombre, vuelvo a ti siendo ahora un nuevo hombre. Arpeggios en un piano, me recuerdan a tu... tu... jeje... Me recuerdan a ti y la única vez en que realmente te mentí, las otras no cuentan, no son más de cincuenta, y nueve, mil. No son muchas, pero tú igual no me escuchas.

  Parlo con tutti, ma non riesco a trovare Francesca Benutti. Será que no te montaste en este crucero, quizás te confundí con Lucero ¡Oh, por Dios! Estar equivocado espero, después de todo ni te pareces a ella, tú eres infinitamente más bella, es más, infinito más uno para ti, ragazza y doncella.

  Ritorna a me, ritorna a me. Io ti amo, ti amo más que a il mondo, te amo como a los pastelitos redondos, más que a los pastelitos redondos.

   Nueva York está a tan solo 10 kms., el crucero avanza y aún no hallo a mi amada, Francesca Benutti.

jueves, 14 de abril de 2011

El Reflejo de las Uvas: Narrada por Ella.

   Ya estaba con mis alas desplegadas, preparada para volar, preparada para entrar en el sueño eterno. El idiota de Joe me está siguiendo, sé que lo hace. 

    Los espejos me conocen, yo no a ellos. Siento que es el momento de aclamar por la libertad que tanto deseo, alejarme de todos los imbéciles de este mundo y conseguir lo que está tras los vidrios. Entró alguien al salón... Seguro es Joe, siguiéndome como siempre. Él no sabe acerca de la vida tras el reflejo de los espejos, él no sabe sobre las maravillas que esconden cada uno de los granos de arena que fueron utilizados para hacerlo. Vio la vela que está a mi izquierda, trataré que no me vea... No quiero que Joe interfiera, siempre lo hace... ¡Ah! Y siempre me sigue. 

    Cuando vi que tomó la vela, con un grito de "¡Libertad!", atravesé los espejos y llegué aquí, el mundo con el que tanto soñé.

El Reflejo de las Uvas: Narrada por un fanático de Les Luthiers.

 "El cuerpo del delito y el cuerpo del delincuente en este caso son la misma cosa", se escucha decir a Marcos Mundstock en el preámbulo de la obra de Les Luthiers "La Vida es Hermosa".

  Ocurrió un suicidio, "un asesinato a 'sui' mismo" en un cuarto de espejos, una joven de procedencia desconocida se encontraba allí, sabrá Dios haciendo qué. En un arranque de locura, la muchacha cogió impulso y ¡Jue! en su fuerte arremetida, tras un grito, se mató. ¡Así mismito! Falleció, se fue, murió, se acabó, no más muchachita.

  La gente parece aún no comprender que "nuestros problemas son solo bobadas, siempre hay personas más desgraciadas. La vida las atrapa como en una red y están peor que nosotros... Por ejemplo, usted"

El Reflejo de las Uvas: Narrada por Joe.

   La habitación era muy oscura, tan solo había una vela sobre una caja al fondo del salón. Tocando las paredes, noté que se trataba de un cuarto de espejos, quizás se trataba de un salón para la práctica de alguna danza, modelaje, tal vez, la verdad es que yo no sé mucho de eso. En realidad, no sé ni que hacía yo ahí, terminé en ese lugar porque estaba buscando a alguien... Creo. Bueno, estaba ahí y estaba oscuro, creo que ya lo dije, pero es que, jeje, era muy oscuro.

  Luego de ver que había una vela traté de acercarme a ella y tomarla para buscar algún interruptor de luz, ya que al menos lograba notar que habían lámparas en el techo. Después de haberla tomado escuché un increíble grito de "¡Libertad!". me sobresalté en demasía, pero lo que realmente me asustó fue el estruendo de los vidrios partiéndose.

  Cuando logré encender el interruptor de las lámparas, hallé a mi novia Claire llena de sangre y vidrios de espejo... Fue aterrador.

-Así declaró Joe ante la jefa de policía Joplin.

miércoles, 13 de abril de 2011

El Reflejo de las Uvas: Narrada por el arquitecto.

   Un espejo, un mundo distinto. 


   Muchas veces, Claire soñaba con la vida a través del espejo, el país de las maravillas, un mundo bizarro, utopías fantásticas de su corazón lleno de dudas. La luz tenue que iluminaba a duras penas la habitación llena de espejos, provocaba a las sombras que contaminaban la mente de Claire. 

   Un último aliento de una vida desarraigada, libre de cualquier atadura a este universo en el que muchos están encerrados aún, se logró escapar de los pulmones llenos de nicotina y carbono de la joven, un poderoso grito de alegría, quizás alarido o llanto retumbó en las paredes pintadas con marcadores rosa con ilustraciones de una visión solo posible para Claire. Se abalanzó sobre los espejos, cortándose, sangrándose y finalmente cayendo en el piso marmolado manchado de vino, y adornado por brillantes vidrios, fragmentos de vidrios, que reflejaban el mismo color rojo de la sangre de Claire.

La Herencia de Blancanieves

   Mi familia no es exactamente la familia más rica del este de Londres, de hecho, ni siquiera vivimos en el este de Londres, vivimos en Barcelona... Barcelona, estado Anzoátegui. Desde la misteriosa desaparición del abuelo, hemos estado buscando señales de la herencia.

   El abuelo se llama Richard, Richard Rodríguez, pero yo lo llamaba Blancanieves, porque tenía 7 nietos, aunque de blanco no tenía nada. - Quizás, yo sería Dormilón. - Bueno, el caso es que el abuelo se perdió, y no sabemos dónde está, y a mis primos y hermanos solo les interesa la estúpida herencia.

  Mi hermano Tomás. - Gruñón, tal vez. - Decía que la herencia seguro era "un estúpido pedazo de papel con una estúpida reflexión". Luis, hijo de mi tía Francisca. - Tontín, digan lo que digan. - No sabía qué era una herencia. Benito, el hermano de Luis. - Sin lugar a dudas es Doc. - El más inteligente de todos, consideraba que el abuelo "tan solo planteaba una ausencia metafísica, para dejarles una enseñanza acerca del egoísmo", aún con todo ese discurso, como buen político las palabras le quedaban grandes. Carlos, mi hermano mayor. - El enano con pulmonía. - Realmente tenía un problema, Carlos fumaba más que jeque árabe. Él decía que el abuelo dejó Caporal y Habanos.... Iluso.

  Los otros dos realmente no cumplirían con el esquema tradicional de los 7 enanos, Enrique - El enano obsesivo. - y Felipe - El enano... Enano. - Ambos hijos de mi tío José Luis. Enrique no podía soportar la ausencia del abuelo, consideraba que si el abuelo no estaba, simplemente el Feng Shui se arruinaba y la vida no podía seguir teniendo sentido, si es que alguna vez lo tuvo. Y Felipe, pues... ¡Bah!

  El que no estaba buscando la herencia fue quien finalmente la consiguió... Encontré al abuelo en el bosque, muerto, irónicamente junto a una manzana, la manzana de la discordia. Y fue Felipe quien de verdad comprendió que la mejor herencia que nos pudo dejar el abuelo fue... Nada. Nada de nada. Nada, excepto una manzana.